Baco & Boca

Azul: el rincón perfecto en Barcelona para un brunch dominical

Azul Rooftop Barceloneta, del chef Romain Fornell, se posiciona como un destino ideal para quienes buscan un 'brunch' de domingo que combine sabores únicos y vistas espectaculares. Situado en un enclave privilegiado, este espacio no solo deleita con su propuesta gastronómica, sino que también ofrece un ambiente acogedor y las mejores vistas de la ciudad.

La fiebre del brunch llegó a Barcelona algo tarde e inicialmente cuajó sobre todo entre expats europeos instalados en la ciudad y turistas con esa costumbre dominical ya integrada en sus costumbres gastronómicas. Con los años, los barceloneses la han versionado en opciones más afines a los horarios locales. O sea que más que un super desayuno-comida, como una comida temprana vestida de buffet y que lo abarca todo: de los embutidos y huevos clásicos, a un festín que alcanza a paellas, carnes y pescados. La nueva propuesta de Azul Rooftop Barceloneta, del chef Romain Fornell, sigue esta fórmula y convierte los domingos en una fiesta. Pero no es un brunch más, sino que suma las mejores (y más marineras) vistas respecto a otros competidores locales.

Ostras para empezar el brunch de Azul.

La nueva oferta, idónea para un día soleado en que se quiera contemplar el litoral barcelonés con una perspectiva de 360 grados, cuesta 49 euros (los niños de 6 a 12 años pagan 20 euros). Y se complementa con una opción barra libre por 25 euros. El primer paso es una copa de bienvenida incluida en la barra ovalada que se sitúa a un lado del restaurante.

Octava planta y mirador

Haciendo honor a su nombre, el restaurante se halla en la octava planta de un edificio situado junto al Hotel W y tan pronto se abre la puerta del ascensor, el panorama es todo lo azul que ese día estén el mar y el cielo. La carta habitual es mediterránea, donde no faltan arroces, pescados y mariscos. Pero para su Sun Day Brunch el estrellado chef ha orquestado un mix de platillos internacionales y otros en sintonía con la cocina de la casa.

Algunos de los entrantes del brunch de Romain Fornell.

La veda se abre a las 13.00 horas, y es conveniente llegar a esa hora porque es cuando las estaciones están recién montadas y en todo su esplendor. Nunca es idéntico, porque Fornell explica que va introduciendo algún producto de temporada o alguna elaboración que rompan la monotonía. Pero sí es seguro que el comensal se encontrará con una mesa dedicada por entero a las ostras, sin límite. Y siempre habrá una selección de embutidos, de quesos y una zona de preparación de huevos, imprescindibles en todo brunch que se precie.

Más destacables son la batería de ensaladas del día, preparadas ya en monodosis, desde la ensaladilla rusa de la casa a otras propuestas como la Niçoise. No hay que saltarse su versión de la tortilla con cebolla trufada, del tamaño de bocados individuales y más sofisticada. Pero de entre todos los entrantes, posiblemente haya que encumbrar a los carpaccios, tanto el de ternera como sobre todo el de pulpo con un toque crujiente.

Pescados recién emplatados.

Pequeñas porciones de pizza y biquinis trufados pueden ser una tentación peligrosa si se quiere llegar con apetito al último asalto. Porque la paella de marisco, en especial cuando acaba de salir, merece parada obligada en un restaurante tan volcado sobre el Mediterráneo que da la sensación de estar en un crucero. También hay siempre acompañamientos vegetales, como (ese día) las verduras thai o el boniato asado.

En el brunch de Fornell se sirve paella.

Del mar y más

Entre los segundos platos se ofrecen siempre un par de opciones de pescado a la parrilla, como lomos de dorada y de salmón.

Los carnívorospueden optar por parrilla o guisos. El domingo de nuestra visita, el buffet integraba lomo bajo de ternera (en ocasiones hay chuletón fileteado) y chorizo criollo, así como un potente estofado de carne.

Zona de carnes del brunch de Azul Rooftop Barceloneta.

En paralelo, de la cocina abierta van saliendo cuencos individuales de elaboraciones de pasta, que se sirven en la mesa. Quedarse con apetito es literalmente imposible, pero siempre hay que dejar algo de fuelle para llegar a probar algún dulce de la última estación, donde no faltan tartas, tiramisú y cremas.

Terraza para un segundo plan de tardeo en Azul.

Otro elemento a destacar de este planazo dominguero es la pequeña zona de entretenimiento infantil, donde los niños pueden pintar y jugar —con una animadora— mientras el resto de la familia se entrega al ágape. Y aún más, que a partir de las 15.30 horas hay música en vivo, con la posibilidad de alargar la experiencia hacia el tardeo desde su atractiva terraza mirador, cóctel o trago en mano.

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Publicado por
Patricia Ribot (Baco & Boca)

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