A los que somos fans de Matrix nos complacería mucho poder tener la experiencia de “vivir” Barcelona en metaverso. Pongo toda mi intención en “vivir” entrecomillado porque una cosa es la realidad y la otra es una experiencia temporal a través de unas gafas de realidad virtual. Por suerte para nosotros, no estamos metidos en un cubículo y conectados a un mundo irreal como los protagonistas de la película. Aunque no es menos cierto que las cuestiones filosóficas que nos plantea el largometraje siguen muy vigentes.
A mi parecer, contenido y continente serán importantes en el metaverso y, por ello, me pregunto: ¿Las ciudades deben prepararse para esta nueva dimensión? ¿Serán las ciudades el continente donde sucederán las cosas? ¡Por supuesto que sí! Veremos en muy breve periodo de tiempo ciudades en el metaverso. Las visitaremos y seremos espectadores privilegiados o incluso protagonistas de historias, hechos o sucesos en un pasado, presente o futuro virtuales.
No solamente podremos visitar las ciudades a través del metaverso, sino que usaremos el metaverso para el prueba-error. De hecho, uno de los temas que me parece más interesante es la simulación que nos permite este entorno virtual antes de aplicar una política pública concreta.
Precisamente, en el congreso Smart City que acaba de celebrarse en Barcelona se han planteado escenarios para obtener datos de lo que pasa en las ciudades a través de nuevas dimensiones. Una ciudad elevada al metaverso podrá practicar diferentes escenarios, opciones de respuesta a las emergencias, simulaciones de movilidad, evaluar las consecuencias del cambio climático, etc. En definitiva, desarrollar un proceso científico de prueba-error para obtener conclusiones que deberían, a su vez, ser consideradas por parte de los gestores de la ciudad.
El análisis de datos y la inteligencia artificial aplicados a la ciudad nos van a permitir pasar de la ciudad smart a la ciudad Meta y, aun así, como se dice simple y llanamente, la realidad siempre supera la ficción y me temo que habrá imprevistos que ni el metaverso podrá contemplar.
¿Será suficientemente seductora la Barcelona en metaverso como para producirnos el engagement necesario? ¿Encontraremos en el metaverso barcelonés la seducción, la textura, el mood de la ciudad? ¿Reproduciremos esa sensación de placer y de gozo, o de paz, o de nerviosismo de saber que vivimos un momento único e irrepetible?
No lo sé, pero prefiero estar en la nave de Neo sintiendo emociones reales que quedarme en el caparazón porque, como siempre, la medida justa de ficción y su uso inteligente nos dará el equilibrio.
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