Científica en un laboratorio del Parc Científic de Barcelona (PCB). © Àngel Bravo
El nomenclátor de Barcelona ha convertido Nou Barris, concretamente la sede del distrito, en un homenaje a la ciencia. Estas dependencias municipales, que incluyen una biblioteca, una comisaría y otros servicios municipales, están situadas entre dos calles paralelas: la calle de Marie Curie y la calle de Albert Einstein, dos de los grandes científicos más conocidos de la historia. Desde 1995, estos investigadores les dan nombre.
La calle dedicada a la científica, la primera mujer que ganó un premio Nobel, solo tiene un único edificio de viviendas, justo al inicio, y los comercios, algunos de ellos cerrados, se pueden contar con los dedos de una mano. La calle avanza y se convierte en la parte trasera de la sede del distrito. Una calle más de paso que otra cosa. La dirección probablemente más concurrida es la del Parc Tecnològic, situado en un edificio también del 95, gestionado por Barcelona Activa, que da apoyo a empresas relacionadas con la tecnología y la innovación, y que también acoge el Ateneo de Fabricación Digital, el Cibernarium y un campus de programación, el 42 Barcelona.
Pero esto es Nou Barris y aquí también hay otras necesidades. El callejón que enlaza Marie Curie y Albert Einstein es un lugar más cercano a los servicios sociales que a la innovación y la ciencia, aunque muchas de las personas que están allí han experimentado en su propia piel la teoría de la gravedad de Newton, saben lo que es caer muy abajo. Son los usuarios de los servicios municipales que también se encuentran en esta dirección con nombre de mujer científica. Un comedor social, un centro de acogida y atención para personas sin hogar y también un servicio de atención para víctimas de violencia machista.
La calle de Marie Curie es la parte trasera de la plaza Major de Nou Barris, pero gana en señalización a la de Albert Einstein: ocho placas para la científica, una para el matemático. No consta que Marie Curie visitara nunca Barcelona, pero Einstein sí lo hizo. Vino en 1923, invitado por la Mancomunitat de Catalunya y el Institut d’Estudis Catalans. Por lo que se sabe del viaje, nada indica que pisara Nou Barris. Si hubiera ido al lugar que ahora lleva su nombre, se habría encontrado en medio del Hospital Mental de la Santa Creu i Sant Pau, un lugar donde se atendía a personas con enfermedades mentales, rodeado de campos que trabajaban los propios pacientes.
Ahora, alrededor de la calle de Albert Einstein también hay verde, el del Parc Central de Nou Barris, inaugurado en 2003, y el de la plaça Major de Nou Barris, que también se cruza con esta calle, donde no dejan de pasar cosas: un grupo de mujeres practica tai-chi, los niños juegan a pelota, hay perros que ladran y personas que descansan. La calle de Albert Einstein es una calle desdibujada que cuesta de seguir, en medio de este parque y la plaza.
Como la de Marie Curie, tampoco es una calle convencional de vecinos, pero sí que hay mucha vida. Tiene el ir y venir de todos los equipamientos municipales a los que conduce y la actividad de unos cuantos bares de tapas, bocadillos y pizzas, agrupados en una especie de bulevar, uno junto al otro. Todos con unas terrazas que, los días de sol y buen tiempo, están llenas a rebosar. Aquí, el paso del tiempo, como decía Einstein, también parece muy relativo.
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