Barcelona Science Week

Las infraestructuras científicas se amplían para abrirse a las empresas

El BSC y el Sincrotrón Alba se refuerzan con más tecnología y laboratorios, mientras que el ICFO se prepara para fabricar chips fotónicos y desarrollar una red cuántica alrededor de Barcelona

Las infraestructuras científicas son complejas y cuesta entender qué es lo que pasa en su interior, pero son piezas fundamentales para no quedarse atrás. Aunque términos como sincrotrón y superordenador suenen a ciencia ficción, es aquí donde se estudian nuevos fármacos y se prueban materiales menos contaminantes.

Barcelona investiga mucho y lo hace muy bien, pero aún necesita hacer llegar todos sus avances a la industria para que, finalmente, se puedan beneficiar los ciudadanos. Una realidad cada vez más asumida por los principales equipamientos de la ciudad y su área metropolitana, con todos ellos inmersos en ampliaciones que les permitirán crecer y abrirse a empresas.

Inteligencia artificial para compañías

Con 20 años recién cumplidos, el Barcelona Supercomputing Center – Centro Nacional de Supercomputación (BSC-CNS) va encadenando proyectos, habiéndose acostumbrado ahora a dar nuevos anuncios cada poco tiempo. “Cuando se creó el BSC, nadie se imaginó que podíamos llegar a donde hemos llegado. Se empezó con una plantilla de 60 trabajadores y hoy somos 1.300”, expone el director asociado del BSC, Josep Maria Martorell. Después de haber estrenado su quinto superordenador a finales de 2023, la infraestructura se prepara ahora para abrirse a las empresas, facilitando que puedan probar sus herramientas de computación para desarrollar nuevas soluciones de inteligencia artificial (IA).

El equipo que se habilitará para compañías estará ubicado en la capilla de la Torre Girona, casi vacía desde que se inauguró el quinto superordenador en la nueva sede del BSC. Con una inversión de 120 millones de euros, el gran ordenador para empresas se pondrá en marcha a finales de 2025 y se parecerá al Marenostrum 5, pero estará orientado a la IA. “Con la llegada de esta tecnología, la Comisión Europea dice que máquinas como el superordenador no solo tienen que servir para los investigadores, sino que también tenemos que hacer empresas más competitivas”, señala Martorell. Esto pasa por tener acceso a la tecnología y acompañarlas con programas de incubación, aceleración y formación. Para ello, el BSC habilitará espacios de coworking para las compañías interesadas, para lo que está buscando donde hacerlo por el campus norte de la UPC.

De cara al próximo superordenador, el Marenostrum 6, el fundador del BSC, Mateo Valero, no se dará por rendido hasta que se incluya tecnología hecha en Europa. Ahí entran en juego la decena de spin-off que han incubado desde el BSC, entre ellas, Openchip.

El ordenador para empresas se instalará en la capilla del BSC, donde ahora solo hay dos ordenadores cuánticos, recientemente incorporados.

Fabricar chips cerca del Sincrotrón Alba

Con una inversión estimada de 150 millones de euros, el proyecto de ampliación del Sincrotrón Alba permitirá pasar de un sincrotrón de tercera generación a uno de cuarta, mejorando las propiedades de la luz que emite esta infraestructura puntera ubicada en Cerdanyola del Vallès. El equipo dirigido por Caterina Biscari lleva años trabajando en el futuro Alba II, con el objetivo de tenerlo operativo de cara a 2032, con el que podrán hacer más experimentos en áreas como la salud, el cambio climático y la energía. Para avanzar en esa dirección, las contrataciones se suceden en el sincrotrón, con la previsión de pasar de los 270 trabajadores actuales hasta los 330 de aquí a cinco años.

Ahora, están a punto de recibir los primeros prototipos de su principal componente, el acelerador, encargado de acelerar electrones para que emitan la luz con la que hacer experimentos. Esta parte del proyecto se llevará un desembolso de entre 60 y 70 millones de euros. Con el pase de la tercera a la cuarta generación, se ganará resolución y se podrán hacer pruebas más avanzadas en menos tiempo, lo que, a su vez, también incrementará la capacidad de hacer experimentos. Algunas posibles aplicaciones serán el desarrollo de nuevos fármacos y terapias, energías verdes y microchips.

Pero, el sincrotrón no solo modernizará su tecnología. La infraestructura crecerá más allá de sus paredes, coincidiendo con la dinamización que está viviendo el parque del Alba tras años algo de olvido. “Cuesta reconocerlo, está lleno de nuevos edificios y grúas”, remarca Biscari. El sincrotrón alargará sus líneas de luz hacia afuera, hasta unos terrenos colindantes. Se trata de laboratorios que reciben la luz que se genera con la aceleración de los electrones y la utilizan para analizar muestras y obtener información. La biología, la medicina, la nanotecnología, el medio ambiente o la energía son algunas de las áreas de investigación que cubre el sincrotrón. El Alba se inauguró con un total de siete líneas de luz y ahora ya cuenta con 14 líneas. En el Alba II, se sumarán tres más, dos dedicadas a las ciencias de la vida y una a los materiales.

Esta última línea de luz estará vinculada con el proyecto InnoFab, impulsado por el Govern y dirigido por José Antonio Garrido, investigador del Institut Català de Nanociència i Nanotecnologia (ICN2). Con una inversión de 400 millones de euros, la iniciativa construirá una sala blanca de 2.000 metros cuadrados para desarrollar chips con materiales alternativos al silicio. Este 2025 se destinarán 3,5 millones de euros para poner en marcha la licitación del proyecto de ingeniería. Precisamente, las instalaciones de InnoFab se abrirán a startups, pymes y grandes empresas del sector de los semiconductores para darles opciones de fabricación, uno de los principales frenos con los que topa el tejido local.

Interior del Sincrotrón Alba.

Probar prototipos más rápido

En la misma línea se mueve el Instituto de Ciencias Fotónicas (ICFO), en Castelldefels. El centro acaba de inaugurar un segundo edificio, a pocos pasos de su sede. En la primera planta del nuevo edificio, hay una sala blanca con 600 metros cuadrados que permitirá ganar soberanía europea en el campo de los chips fotónicos. De hecho, gracias a ella, el ICFO ha sido escogido por la Comisión Europea para coordinar el proyecto PIXEurope, una línea piloto para diseñar y fabricar chips fotónicos, utilizados en teléfonos y ordenadores, pero también en sectores como la salud y la automoción.

China, Taiwan y Corea lideran este mercado, con una Europa en la que solo se hacen prototipos a una escala muy pequeña. El proyecto PIXEurope servirá para avanzar en esa dirección, con un presupuesto de unos 400 millones de euros, de los cuales unos 50 millones serán para el centro del Baix Llobregat. “Hay muchas empresas que han diseñado un producto potente pero no tienen infraestructura para fabricar prototipos y ver si funciona”, explica el coordinador del programa PIXEurope e investigador Valerio Pruneri. Hasta ahora, lo tenían que enviar a terceros para validarlo, con largas listas de espera, una cuestión que el ICFO espera atajar para dar más oportunidades para la industria local. Se prevé que la construcción de la línea piloto empiece en mayo, con la previsión de que se pueda abrir a la industria a partir de 2028. De momento, un centenar de compañías ya se han interesado en poder utilizar las nuevas instalaciones.

“Los chips cuánticos llegarán al mercado de aquí a unos años, por lo que aún podemos competir”, defiende el fundador del ICFO, Lluís Torner

El ICFO no se queda aquí y da un paso más, adentrándose en los chips cuánticos, una tecnología incipiente en la que aún hay posibilidades de marcar el ritmo. El centro lidera la Valle de la Cuántica, una iniciativa del Govern para impulsar este liderazgo. “Los chips cuánticos llegarán al mercado de aquí a unos años, por lo que aún podemos competir. Queremos acelerar la investigación para llevarlos antes a la sociedad”, defiende el fundador del ICFO, Lluís Torner.

La Generalitat aportará 43 millones de euros para los primeros cinco años, un presupuesto que subirá hasta los centenares de millones de euros con las aportaciones que puedan llegar del Gobierno y las instituciones europeas. Una de las primeras concreciones de este proyecto será Qollserola, una red de fibra óptica que permitirá conectar con comunicación cuántica empresas e instituciones de la ciudad para preservar la seguridad de sus datos. Participarán aquellos sectores para los que esto es un factor crítico, como los bancos, los hospitales y los operadores de transporte público.

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Publicado por
Cristina Martín Valbuena

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