Inversión de 35 millones de euros en la reforma de L’illa Diagonal

El Grupo Sanahuja y AXA, propietarios del complejo comercial, encargan a la firma de arquitectos barcelonesa Batlleiroig la puesta al día del equipamiento, que estrenará un umbráculo cubierto de vegetación coincidiendo con su 30 aniversario

L’illa Diagonal es un caso de éxito destacado en el sector de los centros comerciales integrados en la trama urbana de las ciudades. Inaugurado a finales de 1993 tras el impulso de los JJOO de Barcelona, el edificio diseñado por Rafael Moneo y Manuel de Solà Morales cuenta con un total de 170 locales repartidos en tres plantas y una superficie de 35.000 metros cuadrados y es característica su fachada de 334 metros y su forma de rascacielos tumbado, inspirada en el Rockefeller Center de Nueva York.

El complejo, que supuso la reordenación de toda la manzana delimitada por la Avenida Diagonal y las calles Numancia, Entença y Déu i Mata, fue promovido por el grupo inmobiliario familiar Sanahuja y por la aseguradora AXA —que siguen siendo los propietarios— y también alberga oficinas de importantes compañías (como IBM, Ferrer o Havas), dos hoteles de cuatro estrellas, dos colegios, un polideportivo, la discoteca Bikini, el auditorio AXA, un parque público (Jardins de Sant Joan de Déu) y un parking con capacidad para más de 2.400 vehículos. Cada año, el centro recibe cerca de 16 millones de visitantes.

Ahora, coincidiendo con su 30 aniversario, el edificio ha decidido ponerse al día con un proyecto de remodelación que supondrá una inversión de 35 millones de euros y que se prevé que culmine a finales de 2023. Las obras, que se iniciarán este verano, seguirán un proyecto diseñado por el prestigioso estudio de arquitectura barcelonés Batlleiroig, que acaba de celebrar su 40 aniversario y que es referente en integración paisajística y en obras que aúnan arquitectura y naturaleza.

En este sentido, el elemento central de la reforma de L’illa Diagonal es la construcción de un umbráculo cubierto de vegetación que tendrá una longitud de 200 metros y que permitirá incrementar las zonas verdes del complejo y mejorar su conectividad con los jardines públicos de Sant Joan de Déu. “El umbráculo integrado en los jardines optimizará la calidad del aire y el confort térmico y acústico, y reordenará y renovará las áreas gastronómicas al aire libre”, explica L’illa.

Según Enric Batlle, socio fundador de Batlleiroig, el proyecto de reforma de L’illa Diagonal gira en torno al concepto de biofilia: Se trata de fomentar la conexión entre las personas y la naturaleza. Hemos propuesto estrategias que articulan esta relación, introduciendo luz y vegetación en el interior, abriendo Lilla hacia el exterior y proponiendo el nuevo umbráculo entre el centro comercial y los jardines públicos.

Además de mejorar la permeabilidad entre el interior y el exterior del recinto, la remodelación actualizará los espacios comunes del centro comercial para que el primer centro comercial de Barcelona siga siendo un referente en el sector y se adapte a las nuevas demandas de los usuarios, apostando por los espacios verdes, sostenibles y respetuosos con el medioambiente, apunta Gerard Cutal, gerente del centro, ubicado entre los distritos de Les Corts y SarriàSant Gervasi.

Recreación del proyecto diseñado por Batlleiroig.

El avance en eficiencia energética es una de las claves del proyecto, que contempla la instalación de placas solares que supondrán una reducción de emisiones de más de 75.000 Kg anuales de Co2. La inversión prevé, además, crear nuevas zonas de descanso, una reforma integral de todos los aseos y diversas actuaciones para potenciar la experiencia de los clientes, como la instalación de unos techos que permitirán proyectar imágenes y efectos lumínicos, y la sustitución de diversos revestimientos por muros vegetales.

L’illa, que ya se remodeló y amplió en 2007 —ganó 4.000 m² y 17 tiendas—, asegura que la reforma no implicará el cierre de los locales ni supondrá afectaciones significativas para los compradores. No se prevé incrementar la superficie comercial, pero sí que se incorporarán nuevos conceptos de restauración gracias al nuevo espacio creado por el umbráculo.

El edificio de Rafael Moneo y Manuel de Solà Morales recibió el premio FAD de Arquitectura en 1994.
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Publicado por
Sergi Saborit

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