Iréne es Isolda. Una caracterización soberbia, en que Iréne Theorin demuestra una empatía y conocimiento de la obra excepcionales. El público del Gran Teatre del Liceu lo reconoce con fervor poco usual. En privado, la cantante sueca, extremadamente profesional y cercana, nos habla sin reservas de su participación en la maravillosa puesta en escena de Àlex Ollé (La Fura dels Baus). Producción que ha cosechado un éxito sensacional el pasado mes de diciembre, por lucir una estética absolutamente impactante: la masa esférica que se aproxima a los personajes, desde arriba, en el primer acto, acaba siendo el habitáculo, el mundo en que se desarrollan los amores de Tristán e Isolda, bajo el efecto impenitente del filtro. En un tercer movimiento, desde el óculo de ese panteón invertido -el satélite lunar, tras la rotación- se proyecta una luz final, eterna, sobre los amantes. Iréne triunfa como Isolda. Apasionada también en su vertiente humana, la soprano no duda en compartir su historia de amor con Barcelona.
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