El periodista Joan Pau Inarejos.
Todavía recuerda el impacto de la Sagrada Família o de la estatua de Colón cuando, de niño, su padre venía desde Sant Boi a la ciudad con él y sus hermanos para ir al cine. Abre mucho los ojos, visualizando aquellas formas y colores que le dejaban embobado, que se le quedaron dentro, siguiendo mentalmente las líneas y formas de un Gaudí infinito que le sigue enamorando.
Joan Pau Inarejos sorbe un trago de Moritz. Las notas del I’ve just seen a face de los Beatles —una pasión que tienen en común todos los miembros de una familia tan numerosa como gozosamente diversa— restallan en el ambiente vespertino del Bar. Sonríe ante la inminencia de una buena conversación: un arte que le gusta alimentar con una cultura amplia, una buena dosis de ironía y un léxico extenso y preciso. Un intercambio donde todos aprenden, y se divierten.
“Estudié periodismo casi por exclusión de otras disciplinas más ligadas al arte, aunque con menos salida laboral. Pero también lo hice guiado por mi amor por explicar y difundir lo que me gusta”. Ya desde pequeño, sorprendía al profesorado escolar con sus trabajos sobre arte de tono divulgativo. “Eso sí, nunca he pretendido ser académico”, matiza quien entiende el intercambio de conocimiento como un acto de disfrute.
Por eso, a su trabajo en radio, televisión y medios digitales, este periodista, locutor, guionista y divulgador artístico añadió, en 2023, la cuenta @romàniccatalà: un espacio a través del que lleva a cabo una impagable labor de difusión de un arte tan arraigado en nuestra historia como desconocido para el público general. “Incluso cuando, a principios del siglo pasado, la burguesía trajo a Barcelona piezas del Románico recuperadas del entorno rural, no las supo apreciar. ¡Y eso que era una burguesía católica! Pero sus gustos y su bagaje estaban más ligados a la imaginería gótica centroeuropea, y no supo entender a fondo los colores y las formas de aquel arte tan nuestro. Fue un impacto, al mismo nivel de lo que significó, en otro registro, la innovación del Modernismo”.
Para contribuir a poner remedio al desconocimiento generalizado que se tiene sobre el Románico, el parroquiano se sirve de multitud de recursos: desde memes, hasta anecdotario y análisis, siempre con un tono lúdico capaz de gustar por igual a expertos y legos en la materia. Algo que le permite llegar a gente muy diversa “y alimentar mi marujeo antropológico, basado en mi interés por escuchar qué dicen personas de distintas proveniencias y entornos y, sobre todo, cómo lo dicen”.
El espíritu de Montanelli
En los años 50, el periodista e intelectual italiano Indro Montanelli escribió dos series de artículos para La Domenica del Corriere sobre la Historia de la Grecia Clásica y la Historia de Roma. Por el tono desenfadado y divulgativo de aquellos textos, diversos académicos se le echaron a la yugular, acusándolo de frivolizar la historia. Pero hoy, tres cuartos de siglo después, aquellos artículos devenidos libros son vehículos de referencia para aproximarse a la historia de esas dos civilizaciones, conociendo sus aspectos primordiales.
Es inevitable pensar en Montanelli ante Amb ulls de Romànic (Rosa dels Vents), el recién publicado libro con el que Joan Pau Inarejos explica la historia y las claves del arte Románico catalán, con una amplitud de recursos literarios que convierten su lectura en la forma más amena de adentrarse en una corriente que hunde su raigambre en las simas de nuestro medievo rural. Una obra que transpira y contagia, en cada página, la pasión de su autor por la materia.
“Yo no tengo vocación de aventurero ni un sentido épico de la vida. Soy más feliz leyendo y escribiendo entre libros. Y también con mi familia, que me ha educado con mucho amor y que es mi gran punto de referencia vital: una pequeña sociedad con muchos colores distintos”, explica quien también ha desarrollado con los años un fuerte espíritu religioso. “Como creyente, lamento ver cómo la religión está muy viva en la sociedad, pero totalmente desculturalizada y a menudo desprovista de un enfoque humanista y de diálogo sin el que, para mí, no tiene sentido ninguna fe”.
Capital del arte medieval
Además de su labor como periodista y divulgador, el parroquiano colabora con el MNAC, del que elogia el fondo de arte medieval que, como no podía ser de otra manera, se conoce al dedillo. “Barcelona es capital del arte medieval. Aquí tenemos la mejor pinacoteca románica del mundo”, observa, apenado por el hecho de que este patrimonio sea ignorado por el grueso de la población, que pierde así una importante conexión con su historia, con su pasado.
“Esta es una ciudad fantástica –prosigue– y, aunque es inevitable, como barcelonés, sentir una cierta relación de amor-odio con ella, no logro entender ese auto-odio exacerbado de mucha gente de aquí. Su manera de detestar su ciudad”. Termina su cerveza. “He tenido la suerte de viajar por muchas ciudades europeas, y como esta, para bien o para mal, no hay ninguna”, añade.
— Mucho de ese auto-odio se curaría probando la cocina de este Bar, que ya es hora de cenar y aquí tenemos de todo, y muy rico.
Joan Pau Inarejos no duda ni un momento. “Pues unas tapas apetecen”, dice. Y con estas pide otra Moritz mientras los acordes del In my life de sus adorados Fab Four endulzan este paréntesis, antes de que la conversación prosiga, adentrándose en la noche.
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