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“Está mucho más digitalizada Barcelona que las ciudades alemanas”

El Círculo de Directivos de Habla Alemana (KDF) es una organización barcelonesa con más de 40 años de historia y una de las entidades más consolidadas de aquello que hoy denominamos "expats". Su presidente, Oliver Wiethaus, nos habla de la ciudad y de sus retos y atractivos, pero también de la necesidad de unir riqueza y sensibilidad social. Y, sobre todo, anima a sacarse complejos muy frecuentes en las ciudades "del sur". Barcelona puede ser el norte en muchas cosas.

— ¿Qué es el KDF y qué hace en Barcelona?

— Somos una asociación barcelonesa de representantes de sectores económicos, culturales y diplomáticos que tenemos como nexo de unión el idioma alemán. Hay socios alemanes, suizos, austríacos y, evidentemente, también barceloneses, catalanes y españoles que por la razón que sea hablan alemán. Por tanto, somos un club abierto.

— ¿Con qué finalidad?

— Existimos desde hace más de 40 años, cuando un grupo de directivos empresariales fundaron un foro en el que intercambiar opiniones. Si en la Cámara de Comercio los socios eran y son empresas o autónomos, aquí eran directivos. En una época en la que no había redes sociales ni correo electrónico, necesitaban unirse con personas con inquietudes similares. Lo que hoy se llama networking. Entonces eran unos 10 o 15, y ahora en cambio somos ya más de 220 socios, con un crecimiento del 10% este año. Lo que buscamos es el contacto directo, observamos que la gente quiere salir de la pantalla y tocarse, vivir, compartir. Por eso organizamos un foro mensual, basado en temáticas económicas, sociales o políticas. Aunque la política es lo que menos suele interesar a los socios.

— Y ahora mismo, ¿cuáles serían sus preocupaciones?

— Por un lado, conectar con personas y desarrollar relaciones sociales en Catalunya y en España (quiero hacer notar, por cierto, que no existe una asociación española similar a la nuestra). Y, por otra parte, dar a conocer nuestras inquietudes a los sectores económicos, sociales y políticos.

— ¿Hacen de lobby, pues?

— A veces, por supuesto. Queremos influir. Especialmente en temas de impulso a una sociedad business friendly, porque en otros temas somos tan diversos como lo es nuestra sociedad. Tenemos entre nuestros asociados mucha diversidad de opiniones políticas, pero lo que nos une es el interés por la prosperidad económica individual y colectiva. Este punto, “colectiva”, es importante.

— Desarróllelo.

— En Alemania tenemos este concepto de “economía social de mercado”, donde el factor humano tiene el mismo o más peso que el de la riqueza. Buscamos la riqueza monetaria pero sobre todo la personal, el crecimiento empresarial, pero también el colectivo, y si somos business friendly lo somos porque somos más friendly que business. O participamos todos, o el crecimiento no nos vale.

Oliver Wiethaus lidera una asociación con más de 200 directivos de habla alemana. ©Rafa Marín

—¿Y ahora mismo cómo ven Barcelona?

— Miramos con mucho interés la precampaña de las elecciones municipales, queremos que gobierne alguien capaz de entender nuestras preocupaciones. No queremos que gobiernen personas dogmáticas, que sólo escuchan a su parroquia, sino gente capaz de escuchar a todos. Creo sinceramente que toda Barcelona está muy pendiente de esto.

“En Alemania buscamos la riqueza monetaria pero sobre todo la personal, el crecimiento empresarial, pero también el colectivo”

— ¿Y esto quiere decir que la situación es desastrosa?

— En absoluto. Barcelona crece por sí sola, gobierne quien gobierne, y hay muchos negocios nuevos últimamente. Además, la política parece que se haya calmado un poco, hay más capacidad de diálogo, e incluso los obstáculos burocráticos han mejorado bastante, aparte de la buena labor que realiza Barcelona Activa para la creación de nuevas empresas. De hecho, yo digo siempre que hay más digitalización aquí que en Alemania. Creo que se debe a la cultura de posguerra, nosotros todavía no utilizamos los servicios digitales con el banco sino que nos relacionamos con él por correo postal. Y no utilizamos tanto la tarjeta como se hacen aquí.

— ¿De dónde viene su relación con Barcelona?

— Me enamoré de ella hace más de 25 años. Vi una ciudad muy abierta, con un alto nivel en todo: buen gusto, buena geografía, buen clima, una ciudad cómoda y bonita. Un sitio ideal, pero sobre todo una sociedad muy abierta y acogedora, muy europea. Con sus problemas, por supuesto.

— ¿Cuáles son ahora mismo?

— Seguramente el precio de la vivienda, que lo encuentro denunciable. El coste de la vida es demasiado elevado. En cambio, no la considero una ciudad excesivamente insegura, es tan insegura como cualquier otra ciudad grande que atrae tanto turismo. Creo que este tema no debe dramatizarse.

El presidente de KDF vio Barcelona como “una ciudad muy abierta, con un alto nivel en todo: buen gusto, buena geografía, buen clima, una ciudad cómoda y bonita”. © Rafa Marín

— Por tanto, ¿Barcelona va bien?

— Puede ir mucho mejor si no se estanca, pero va bien. Se han traído aquí muchas startups, muchas empresas de nuevas tecnologías. La inversión de Seat Volkswagen en la planta de baterías se ha realizado finalmente en Sagunto, pero el efecto positivo sobre Barcelona será brutal. Mucho más de lo que todos nos imaginamos.

— Le veo optimista.

— “El optimismo es una obligación”, oí decir a Ludwig Edhard, que fue canciller federal de Alemania Occidental.

“La inversión de Seat Volkswagen en la planta de baterías se ha realizado finalmente en Sagunto, pero el efecto positivo sobre Barcelona será brutal”

— Pero aparte de la visión empresarial, ha habido siempre un vínculo especial entre Barcelona y Alemania, ¿verdad? Quiero decir, nos decimos a nosotros mismos que somos muy wagnerianos, muy europeos, muy nórdicos…

— En efecto, el vínculo siempre ha estado ahí. En 1870 ya estaba aquí una parroquia luterana alemana, y después el colegio Alemán, y el Instituto Goethe… Pero yo destacaría sobre todo la concepción económica, que es muy parecida. ¿Recuerda los Cuatro Motores de Europa?

“Barcelona puede ir mucho mejor si no se estanca, pero va bien. Se han traído aquí muchas startups, muchas empresas de nuevas tecnologías”

— Ahora me ha hecho rejuvenecer de repente.

— Aún son los mismos. Nunca se ha formalizado, pero es una idea que sigue: la empresa catalana es la de Baden-Württemberg, una empresa familiar, una pyme. O como Bosch, por grande que se haya hecho. En una ciudad como Stuttgart subes a la torre central y lo que ves a tu alrededor son bosques. Somos una sociedad de medida humana local. Como vosotros.

— ¿Y la globalización no amenaza a todo esto?

— La globalización son olas, pero la base sigue siendo la misma. Ahora vivimos en una sociedad del exceso, pero eso va a pasar de largo. Créame.

“En una ciudad como Stuttgart subes a la torre central y lo que ves a tu alrededor son bosques. Somos una sociedad de medida humana local. Como vosotros.”

El directivo pide un gobierno municipal business friendly y que no sea dogmático. ©Rafa Marín

— No lo tengo tan claro.

— Parecía que debía haber una catástrofe económica, este otoño. Y hay gente que lo pasa mal, aquí y en Alemania (donde no tenemos la excepción ibérica energética), pero no ha sido la debacle que anunciaban. Los coches se van vendiendo menos, pero mire cuánta gente hay en los restaurantes. Esto no es la Tercera Guerra Mundial, por mucha guerra que haya en Ucrania. Hemos tenido una época muy larga de bonanza, lo que hace que ante cualquier obstáculo o cualquier bajón nos deprimamos.

— ¿Y los precios? ¿Y los intereses?

— Yo he vivido una inflación y unos intereses de dos décimas, y entiendo que hay gente a la que la situación ha cogido por sorpresa, pero estamos dispuestos también a ayudarles. La economía social de mercado es esto. Somos más friendly business que business friendly, y creemos que la empresa familiar, como las que existen aquí, es el modelo capaz de responder a las necesidades de todos.

Oliver Wiethaus ve con optimismo el contexto económico actual. © Rafa Marín
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Jordi Cabré

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