En las series y películas, los directores de escuela son esos señores con un despacho al que son enviados los alumnos problemáticos. Pero su realidad en el 2019 es a veces la de unos profesionales sobrepasados por una gran cantidad de burocracia y gestión que quedan desconectados de lo que pasa en sus aulas. Para evitarlo, la catedrática en educación Louise Stoll y su equipo del Instituto de Educación (IOE) del University College London (UCL) han desarrollado el programa Liderazgo para el aprendizaje dirigido a equipos directivos de centros educativos que ha presentado en el ciclo de conferencias (R)evolución educativa de EduCaixa, de CaixaForum Madrid, con un claro mensaje: liderar una escuela es saber confiar y compartir.
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ara que una escuela funcione, los estudiantes deben ser el centro de cualquier plan de enseñanza. Quien lo dice es la autoridad número 1 en educación del mundo: el IOE del UCL, un instituto de Londres pionero en investigación no solo por los estudios que publica, sino porque los lleva a la práctica educativa, teniendo a la vez muy en cuenta la valiosísima experiencia de los docentes. “No se trata de decirle al profesor o director ‘Esto es lo que tienes que hacer’, sino ‘Mira las evidencias. ¿Cuál crees que funcionaría mejor en tu contexto?’, para acabar haciendo un traje a medida“, explica Karen Spence-Thomas, líder del Programa del centro de liderazgo para el aprendizaje del IOE (UCL).
Pero ¿cómo conseguir este empoderamiento de los líderes? La profesora Louise Stoll recomienda seguir cinco principios: uno, mostrar interés en lo que hace tu equipo y tomar decisiones basadas en realidades contrastadas; dos, crear un espacio físico y temporal para que los docentes, en general muy aislados en sus clases, puedan planear, reflexionar, ponerse retos y trabajar juntos, y aumentar su autoeficacia y construir un sentimiento de comunidad basado en el respeto y la confianza; tres, compartir lo conseguido y celebrar la valía de los demás; cuatro, estimular la creatividad entre colegas haciendo, por ejemplo, que un profesor pueda explicarle una idea al director y que este confíe y le apoye para llevarla a cabo; y cinco, detectar y apoyar a catalizadores del cambio, es decir, al personal con energía y visión para cambiar tanto lo académico como las oportunidades de la gente joven. “Normalmente, las órdenes vienen de la dirección. Van de arriba abajo. Nosotros tratamos de cambiar esa dirección con iniciativas que van de abajo arriba”, ilustra Spence-Thomas.
Estos días, un equipo del Instituto de Educación de Londres está en España, visitando escuelas de Madrid y Barcelona y hablando con sus directores y expertos en educación. “Es muy emocionante estar aquí. Hemos visto líderes muy entusiastas, talentosos y creativos que nos han recibido con los brazos abiertos. Lo fantástico de este trabajo es aprender sobre otros sistemas educativos, conectarlos e intercambiar conocimientos”, comenta emocionada. “Las escuelas en España son muy diferentes entre sí —concertadas, privadas, públicas…— pero en general están muy orientadas hacia la innovación y parecen tener un plan muy bien elaborado para los próximos años. Otras de sus virtudes son que los profesores permanecen mucho tiempo en esta profesión, con lo cual se implican en las escuelas, y que los directores van cambiando, lo que da oportunidad a otros a desarrollarse como líderes”.
“En julio empezaremos el programa piloto con líderes de 50 centros educativos de toda España”, continúa Spence-Thomas. “Si funciona, el siguiente año queremos implicar a más escuelas”. La idea es capacitar y empoderar a los docentes y que se creen grupos de aprendizaje colaborativo y redes de líderes por todo el territorio. Estamos encantados de trabajar con EduCaixa porque están tan interesados como nosotros en conectar personas”.
Según esta experta en educación, entre los retos de la escuela en los próximos años, destacan dos: hacer que sean un lugar atractivo para los docentes donde aprender y crecer, y tejer redes entre escuelas que se apoyen mutuamente. “En España tenéis muchas redes y eso es muy buena señal de vuestra calidad educativa. Hay que compartir en lugar de competir para que las escuelas puedan enriquecer cada vez más a nuestra sociedad”.
Texto: Ana Portolés
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