El Tibidabo celebra su 120 aniversario con el nuevo funicular como protagonista

En una temporada aún marcada por el impacto de la pandemia en el ocio, el parque de atracciones mejora los resultados respecto al año pasado, con 80.000 visitantes en el mes de agosto. Todos ellos han podido descubrir la Cuca de Llum, el recién estrenado funicular.

Personas como Màrius Farran explican la historia del Tibidabo. Él, que nació en la misma montaña, ha vivido toda su vida vinculado a este parque, donde ha trabajado desde 1955. “Soy tibidabeño“, reivindica. Y lo dice con toda la razón del mundo porque ha vivido, literalmente, encima. Mecánico de profesión, empezó a revisar como aprendiz el funcionamiento del hoy desaparecido Tramvia Blau, el funicular y las atracciones. Cuando se casó, le ofrecieron que viviera en la casa que había encima de la estación del funicular de la Plaza Doctor Andreu. Y ahí continúa. “Cogía el funicular y ya estaba en el trabajo”, explica, recordando como sus compañeros le decían que no hacía falta ni que cogiera el paraguas en un día de lluvia para llegar sin mojarse a los talleres.

Desde los 14 años, Farran ha visto cómo cambiaba e iba creciendo un parque que esta temporada celebra su 120 aniversario. Precisamente, el funicular que él ha ayudado a montar y mejorar es el elemento que marca esta conmemoración. El funicular del Tibidabo fue el primer elemento del parque —y el primer vehículo de este tipo que hubo en toda España—. Antes de pensar en las atracciones, hacía falta que se pudiera llegar. Después de un año de obras, su fecha de inauguración fue en octubre de 1901.

En 1958, con Farran ya trabajando, se sustituyeron las carrocerías de los vagones de madera originales por unas nuevas de chapa metálica. El funicular que Farran renovó estuvo en funcionamiento hasta 2019, cuando se retiró a la espera de uno nuevo, la Cuca de Llum. Este ha sido el gran estreno del Tibidabo en su 120 cumpleaños. Con la nostalgia de quien ideó un sistema para engrasas las vías con dos ollas a presión de la marca Magefesa, Farran solo tiene buenas palabras para la Cuca: es rápida —el viaje ha pasado a tardar tres minutos y antes eran siete—, segura y muy bonita, iluminando la montaña cuando se hace de noche. “Es fantástica”, resume. También es más silenciosa en comparación con el anterior funicular y es que ahora desde casa casi ni se dan cuenta cuando sale de la estación.

Estación del funicular en la Plaza Doctor Andreu. En la planta de arriba es donde vive Farran. © theNBP

Si la principal sorpresa para los visitantes al Tibidabo en esta temporada ha sido la Cuca de Llum, la gran fiesta que hay prevista en el parque coincidirá con la inauguración del antiguo funicular el 28 de octubre de 1901. Esta será la fecha para celebrar el 120 aniversario, que también coincide con el 15 aniversario del Tibiclub, el abono anual al parque para familias. Después de este homenaje a la primera pieza del parque, el Tibidabo también tiene prevista una segunda celebración, el 18 de diciembre, donde la protagonista será la Atalaya, que cumple 100 años.

En el último tramo que recorre la Cuca de Llum, se pasa por debajo del Buri Buri, ahora denominado Embruixabruixes. © Tibidabo

A pesar de que muchos piensan que la Atalaya o el Avión fueron las primeras atracciones del parque, según indica la directora general del Tibidabo, Rosa Ortiz, este título le corresponde al Buri Buri, ahora denominado Embruixabruixes. El 22 de mayo de 1915 fue la fecha de inauguración de este ferrocarril aéreo, que desde entonces ofrece unas privilegiadas vistas de Barcelona y ha mantenido su esencia a lo largo de todos estos años. En un principio, la puesta en escena imitaba a un viaje cualquiera en transporte público: el viaje costaba 50 céntimos (pesetas) y había un conductor en el primer vagón y azafatas en cada uno de los vagones para transmitir sensación de seguridad. No fue hasta el año 1980 que desapareció la figura del conductor y la magia se convirtió en la temática central de la atracción, con el Buri Buri haciendo de las suyas.

El resto de atracciones que han ido surgiendo en el parque, como la noria, el columpio, los espejos, los autos de choque, la Montaña Rusa o el Hotel Krüeger, han acabado integrándose en la memoria de los barceloneses y su imaginario, remarca Ortiz, que tiene como tarea conservar estos emblemas de la ciudad, así como crear otros que se adapten a los nuevos tiempos. Ejemplos de esta reconversión son el Castillo, que ha dejado atrás el miedo y ha sido invadido por cuentos —manteniendo algún susto—, un espacio de robótica de la mano de Lego o un simulador interactivo.

Para aquellos que siempre buscan los clásicos, el Museo de Autómatas, una de las atracciones que Farran disfrutaba más reparando, sigue abierto. Quién sabe si no acabará incorporando a su oferta el autómata que el mismo Farran ha construido durante 20 años y ahora guarda en casa. Según él, es una pieza única en el mundo porque es capaz de tocar la armónica y, además, va vestido “de catalán”, es decir, con barretina y alpargatas.

El Museo de Autómatas del Tibidabo, una de las atracciones clásicas del parque. © theNBP

80.000 visitantes en agosto

El parque celebra este cumpleaños en un contexto todavía marcado por el impacto que ha tenido la pandemia en el ocio, pero mejorando los resultados respecto a la temporada pasada, que se caracterizó por un ir abriendo y cerrando continuo. De hecho, solo pudo abrir 50 días y la afluencia fue de un 16% respecto a un año normal.

El año pasado el parque solo pudo abrir 50 días

Después de siete meses cerrado, el Tibidabo reabrió el 15 de mayo. Las mascarillas, el gel hidroalcohólico y las distancias se han convertido en los nuevos asistentes del parque, en el que se anima a reservar previamente para evitar quedarse en la puerta si se ha llegado al aforo máximo del 50%.

Ortiz hace un muy buen balance de esta temporada, con más presencia de barceloneses y vendiendo diariamente el 80% de las entradas disponibles. “Nos está yendo muy bien. Se nota que la gente tiene ganas de pasárselo bien”, expone. Concretamente, el parque de atracciones cerrará agosto con una asistencia de 80.000 personas, cifra que representa un 60% de una temporada de antes de la covid.

Las mascarillas y ponerse gel antes de subir a las atracciones se han convertido en los nuevos visitantes del parque. © Tibidabo
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Publicado por
Cristina Martín Valbuena

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