Viendo los juegos por la tele, de manera algo distraída, veo que el británico Tom Daley, de veinte y siete años, medalla de oro en salto sincronizado en plataforma de diez metros (le falta por hacer la prueba individual), está sentado en la grada tejiendo un gorro de lana, mientras los compañeros de equipo ejecutan diferentes pruebas. Naturalmente, las cámaras se entretienen en la imagen y los periódicos deportivos lo convierten en noticia.
Les diré que lo que he leído es que “hacía ganchillo”, pero a mí me parece, más bien, que estaba haciendo punto (o “calceta”, si lo prefieren). Lo digo pensando que, cuando mi madre nos tejía gorros o calcetines de lana, utilizaba dos agujas y, en cambio, cuando hacía tapetes de ganchillo utilizaba sólo una que, como su nombre indica, tenía un pequeño ganchillo.
Mi madre afirmaba que tejer mientras veía la tele, por ejemplo, la relajaba (nunca pude comprenderlo) y seguro que esta es la finalidad del joven Daley, en la grada. Pero Daley seguro que tiene un teléfono móvil de última generación, porque aparte de deportista es youtuber e influencer (tiene muchos seguidores, porque es un abanderado del movimiento Lgtbi). Quiero decir que seguro que en el móvil tiene juegos y podría haber estado en la grada jugando al Candy Crush, como todo el mundo (tampoco lo entenderé nunca). Si hubiese hecho esto, no habría salido por la tele. Que matara el tiempo haciendo algo tan poco tecnológico y tan “de antes” como tejer nos resulta simpático. Y claro, esto hará, paradójicamente, que todos sus seguidores compartan la foto en Instagram.
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