Los menores de edad tienen acceso a Internet a edades cada vez más tempranas. Actualmente, la media en que los niños y niñas tienen su primer móvil se sitúa en torno a los 12 años. En 2010, con la llegada del Iphone 4 y la proliferación de los primeros smartphones, los fundadores de Qustodio detectaron el potencial y los riesgos que estos dispositivos tendrían para los niños, y decidieron crear una herramienta de control parental. Ahora, tras casi 15 años, la aplicación suma siete millones de familias usuarias procedentes de 180 países.
“Internet es un mundo hostil para los niños y, con esta aplicación, queremos ofrecer paz mental para los padres, a la vez que generamos un entorno digital sano y seguro para los menores”, resume Emily Lawrenson, responsable de comunicación de Qustodio. “Igual que intentamos adaptar nuestra casa para que sea segura para los niños, también deberíamos adaptar el mundo digital para que sea saludable para ellos”, defiende.
Con este propósito, Eduardo Cruz, Josep Gaspar y Josh Gabel, tres informáticos expertos en ciberseguridad, lanzaron Qustodio en 2012 en Barcelona, con un nombre que deriva de la palabra latina custodia y que se podría traducir como vigilancia. La herramienta, que ofrece suscripciones anuales de 43 o 75 euros y está disponible en ocho idiomas, permite supervisar la actividad del menor —por ejemplo, su historial de navegación o los vídeos que ha visto—, localizarlo en tiempo real y establecer los límites de uso de sus dispositivos, entre otras opciones.
El primer prototipo que crearon estaba pensado para ser utilizado en ordenadores y, específicamente, en dispositivos Windows. En sus dos primeros años de actividad, Qustodio cerró dos rondas de financiación que lograron captar dos millones y medio de dólares del fondo inversor americano 8W Ventures y del español Kibo Ventures.
“Así como las tecnologías son cambiantes, nuestra herramienta también lo es, y se encuentra en constante actualización”, defiende Lawrenson. Por ejemplo, la herramienta ha incorporado algoritmos de inteligencia artificial para detectar si las conversaciones que mantienen los menores incluyen amenazas o violencia, o se refieren a temas como la depresión o el suicidio. En el caso que el sistema detecte un posible peligro, envía automáticamente un mensaje al dispositivo del progenitor, exponiendo qué alertas se han detectado, sin necesidad que los padres tengan acceso a todos los mensajes y se proteja, así, la intimidad del menor.
En 2022, la compañía australiana tecnológica Qoria, que colabora con escuelas para proteger a los niños en el entorno digital, adquirió la totalidad de las acciones y de las filiales de Qustodio por un valor de 52 millones de dólares. “Con esta fusión conseguimos la protección integral, desde la escuela hasta los hogares”, valora Lawrenson. Qoria cerró 2024 con una facturación de más de 101 millones de dólares, un 23% más que en el período anterior, un incremento que se debe, en parte, a la compra de Qustodio o Educator Impact, ya que ha facilitado la expansión a nuevos mercados. Actualmente, Qustodio cuenta con dos sedes, una en Barcelona y la otra en Norteamérica, y tan solo en la capital catalana trabajan más de 80 personas.

“Incluso a mí, que soy adulta, entrar en Internet me genera estrés y ansiedad”, reconoce Lawrenson, que subraya que los riesgos son todavía mayores para los niños. “Con estas edades, el cerebro de los niños no está preparado para mantener conversaciones maduras y detectar los peligros que existen en el mundo digital”, explica. Desde Qustodio identifican que algunos de los problemas más preocupantes del uso de Internet en menores es el ciberacoso, el acceso a pornografía o la adicción que puede crear ciertas aplicaciones. Además, apuntan a que estos peligros se pueden encontrar incluso en aplicaciones que a primera vista parecen inocentes, como minijuegos como Roblox, ya que los chats de estas son a veces usados para el ciberbullying.
Para empezar a usar Qustodio, debe instalarse la aplicación tanto en el dispositivo del menor como en el del progenitor. Por este motivo, desde la compañía de ciberseguridad insisten en que la instalación de la herramienta debe ir precedida de una conversación y de un consentimiento previo por parte del menor. “No basta con instalarla, porque entonces el menor lo interpretará como una coerción y una prohibición, sino que deber haber pedagogía y mantener una conversación con los niños sobre la importancia del bienestar digital; solo así padres e hijos tomarán conciencia de ello”, concluye Lawrenson.