La futura llegada del Clínic a la parte alta de la Diagonal ha puesto en el candelero una zona que ya estaba en plena ebullición y que ahora ha recibido un impulso definitivo para convertirse en un gran polo biomédico, extendiéndose más allá de las fronteras de la capital catalana. Quedan muchos años para que el hospital se instale en las pistas deportivas de la Universitat de Barcelona (UB), pero los demás agentes no van a esperar tanto para ponerse al día. Ahí están el Parc Científic de Barcelona (PCB) y el Hospital Sant Joan de Déu, ambos inmersos en procesos de ampliación porque se han quedado sin espacio, pero también queda cerca el Barcelona Supercomputing Center (BSC), acostumbrado a anunciar pasos de gigante cada muy poco.
Después de muchas discusiones sobre dónde se tenía que ampliar el hospital, que se había quedado encajonado en el entramado del Eixample, el Clínic desencalló su futuro apostando por mudarse al campus Diagonal. Como recuerda su director general, Josep Maria Campistol, hace más de 30 años ya se puso esta posibilidad sobre la mesa, pero se acabó rechazando. El tiempo ha acabado dando la razón a la propuesta y será ahí donde se construirá un complejo de 300.000 metros cuadrados. No será, ni mucho menos, un traslado de hoy para mañana, y las primeras estimaciones calculan que no será una realidad hasta 2035.
Mientras tanto, el Clínic va poniéndolo todo en orden. En su próxima ubicación, no solo se quiere ganar espacio, sino que se quiere integrar más la asistencia, la docencia, la investigación y la innovación. Para ello, el hospital está trabajando junto con la UB y al Instituto de Investigaciones Biomédicas August Pi i Sunyer (Idibaps) para definir un nuevo plan funcional que permita trabajar de una forma más poliédrica y con una mayor participación de profesionales y pacientes. Este mes, prevén lanzar el concurso para redactarlo, dirigido a consultoras nacionales e internacionales, con la previsión de que se pongan a trabajar en él a partir de septiembre. Esta pata del futuro Clínic se unirá con la definición arquitectónica de la ciudad hospitalaria. A ello se están dedicando una decena de jóvenes arquitectos con una fórmula innovadora. Lo están haciendo a través de un máster de la UB y la Universidad Politècnica de Catalunya (UPC) que se extenderá a lo largo de este curso.
Ambas vías acabarán confluyendo para poder lanzar el concurso arquitectónico internacional en otoño de 2026, coincidiendo con la capitalidad mundial de la arquitectura. “Estamos en marcha”, remarca Campistol, como también lo están la Generalitat y los ayuntamientos de Barcelona, L’Hospitalet y Esplugues de Llobregat. Las tres ciudades tienen que definir cómo se urbanizará la immensa parcela (casi 10 hectáreas) donde se instalará el hospital y su entorno, comprendido entre la Ronda de Dalt, la Avenida Diagonal y la carretera de Collblanc. “El Clínic cambiará la fisonomía de la Diagonal. Hay buena sintonía entre todas las administraciones, todos lo estamos leyendo como una gran oportunidad y se ha generado mucha ilusión. Avanzamos en la buena dirección”, defiende el doctor. “Será una operación que transformará la ciudad y que constituirá un polo muy avanzado de biomedicina, como unas segundas Olimpiadas”, añade el rector de la UB, Joan Guàrdia.
Muy cerca de Sant Joan de Déu
Una oportunidad a la que todos los ya presentes en la zona alta de la Diagonal quieren darle forma, sabiendo que aún hay huecos por cubrir en un sector que investiga mucho y lo hace muy bien, pero que aún tiene problemas para llegar al mercado. “Existe una conjunción de diferentes organismos que se tiene que potenciar. Falta que vengan empresas biotech y farmacéuticas para traspasar el conocimiento a la industria y poder dar respuesta al paciente”, sostiene el director de Infraestructuras en Sant Joan de Déu, Albert Bota. En esa dirección reman nuevas iniciativas como la de facilitar el acceso de las pymes a tecnologías como la IA, uno de los últimos proyectos anunciados por el BSC. Para el hospital maternoinfantil también será clave la prolongación de la línea verde de metro más allá de la parada de Zona Universitària, algo que esperan que el Clínic facilite. “Todos los grandes hospitales de Barcelona tienen el metro en la puerta menos nosotros”, lamenta Bota.

Sant Joan de Déu estará muy cerca del futuro Clínic —a tan solo 250 metros pero con una barrera infraqueable como la autopista— y ya piensan en posibles sinergias. Mucho antes de que se instale el nuevo vecino, Sant Joan de Déu contará con el centro Unicas, que estará dedicado a las enfermedades minoritarias. Ganarán en superficie (16.000 metros cuadrados) pero también pasarán a estar más anchos en las instalaciones actuales, donde conviven en 89.000 metros cuadrados diferentes edificios, dedicados a la hospitalización, las consultas externas y un centro de oncología pediátrica. Las obras del centro Unicas empezaron el año pasado y se prevé que el edificio esté operativo a finales de 2026. Al lado, enmarcado en el proyecto que se conoce como Porta Diagonal, se está construyendo una torre de 100 metros de altura que se prevé que incluya habitaciones de hotel y también apartamentos para largas estancias, algo clave para las familias de Sant Joan de Déu. Antes de optar por el edificio Estel, AstraZeneca se interesó por estos espacios para ubicar su hub de innovación global.
Más allá de Barcelona
Ante este escenario, ciudades vecinas al campus Diagonal como Esplugues de Llobregat y Sant Joan Despí levantan la mano para capitalizar un sector que les puede permitir reindustrializarse con trabajos cualificados y religarse aún más con la capital catalana. “Tenemos una oportunidad clara para potenciar las ciencias de la salud y lo que tenemos que hacer es crear las condiciones para que las cosas pasen. Al final, es la iniciativa privada la que viene si se ha creado un ecosistema en el que se sienta cómoda”, sostiene el alcalde de Esplugues, Eduard Sanz. La ciudad quiere sacar provecho no solo de su proximidad al futuro Clínic sino también de la tradición de haber acogido a compañías del sector como Salvat o Ferrer para atraer nuevas inversiones, sabiendo que Barcelona se ha quedado pequeña y que se tiene que ir expandiendo.
“Es como una mancha de aceite. La Diagonal se está alargando hacia Esplugues y Sant Joan Despí. El eje salud de la Diagonal no acaba cuando lo hace Barcelona”, coincide la directora del PCB, Maria Terrades. Lo saben bien desde este equipamiento público que acoge institutos de investigación, pero también pequeñas y grandes empresas, desde una spin-off creada por unos recién graduados hasta compañías más maduras como Hipra, Reig Jofre y Laboratorios Ordesa.
Uno de sus grandes éxitos ha sido Stat-Dx, una pequeña startup que nació en sus instalaciones en 2010 y que acabó siendo adquirida por la multinacional alemana Qiagen. Ahora, el grupo ha decidido ubicar en Esplugues un centro de investigación y desarrollo (I+D) global para enfermedades infecciosas, donde concentrará a 400 trabajadores. Lo ha hecho en los terrenos que hace años ocupó la antigua fábrica de Braun, de donde salieron los minipimers y exprimidores de zumo que estuvieron en las casas de muchos hasta que la crisis económica cerró la planta.

Qiagen está a punto de abandonar los laboratorios que le han visto crecer en el PCB, espacios muy codiciados en el complejo, ocupado al 100% y esto cuando el Clínic aún no se encuentra a pocos minutos a pie. En sus 100.000 metros cuadrados, se encajan 3.500 trabajadores y un centenar de entidades. “Estamos completamente llenos, no tenemos ni un centímetro libre”, va repitiendo Terrades desde hace tiempo. Ante esta demanda, el complejo está inmerso en un proceso de ampliación que empieza a encarrilarse. En primer lugar, el parque científico tiene una pieza pendiente por desarrollar en sus instalaciones. Son casi 2.000 metros cuadrados que se destinarán a laboratorios secos, y se prevé que las obras de adecuación empiecen a principios de 2027, con el objetivo de que un año después ya se puedan instalar empresas. En pocos días, se escogerá el despacho arquitectónico que lo diseñará.
En paralelo, se derribará un edificio que queda justo delante del PCB, la sede de la Escola de Noves Tecnologies Interactives (ENTI), lo que dejará libre un solar donde se construirá un edificio de 10.000 metros cuadrados. Se espera que las obras empiecen en 2028 y los inquilinos entren en 2029. En el nuevo bloque, se prevé que se ubique el Institut de Bioenginyeria de Catalunya (Ibec), actualmente instalado en el parque científico y que está registrando un fuerte crecimiento, especialmente después de su alianza con el Instituto Fraunhofer, la mayor organización de Europa dedicada a la investigación aplicada. Desde hace un año, el instituto alemán tiene su sede en el PCB.

La iniciativa privada se empieza a sumar
Viendo cómo le iba al PCB, un grupo inversor como Stoneshield Capital, cofundado por Felipe Morenés Botín, hijo de la banquera Ana Botín, y Juan Pepa, no tardó en sumarse. La gestora de activos inmobiliarios se ha adentrado desde hace unos años en la ciencia y la salud, primero en Madrid y luego llegó a Barcelona con el campus Basid. Básicamente, su apuesta consiste en replicar el modelo del PCB, creando polos científicos privados y poniendo a disposición de empresas laboratorios y oficinas, añadiendo la opción de poder habilitar fábricas si lo necesitan.
A día de hoy, el campus Basid cuenta con cinco edificios que suman 60.000 metros cuadrados y tienen capacidad para 3.000 trabajadores. “No solo queríamos estar lo más cerca posible de la parte norte de la Diagonal, sino que también queríamos instalarnos en una zona con tradición en el sector salud para no empezar de cero. Además, estamos en terreno industrial, lo que nos permite acompañar a las empresas hasta el final”, remarca Pilar Gil, coconsejera delegada de Deeplabs, empresa propietaria del campus Basid. La mayoría de los espacios están en Esplugues, aunque la gran pieza es la sede de Bayer en Sant Joan Despí (25.000 metros cuadrados), donde la farmacéutica mantiene sus oficinas centrales para España pero ha pasado a compartir espacio con otras empresas.