Martina es la mediana de los tres hermanos Font que pilotan la empresa familiar con sede en Torrelavit (Penedès), allí donde los abuelos fundaron en 1952 una fábrica de cartón, donde los padres se pusieron a convertir el cartón en cajas, y donde Francesc y Martina primero, con Maria después, le han dado un golpe de gas a base de innovación. En los últimos 25 años, desde que se incorporaron los hermanos, Font Packaging ha pasado de 10 a 60 millones de facturación.
“Seguro que somos una excepción, pero a nosotros nos funciona”. De hecho, en el plan estratégico tienen escritos cuatro puntos: los tres primeros van de negocio, y el cuarto dice que “tenemos que disfrutar del camino siguiendo nuestro propósito, que es proteger lo importante”, sea el producto del cliente (con cajas), el equipo, el entorno o el territorio.
Martina (1977) es extrovertida, potente, rápida, dulce, empática. Y muy curiosa. Formada en ADE, en 2001 hizo un Erasmus en Suecia que le abrió los ojos a una nueva forma de entender la industria, más moderna y competitiva de lo que ella conocía. Es la directora corporativa y la cara visible de la empresa. Francesc (1976), informático, es su director general, y Maria (1980), licenciada en Derecho, en Publicidad, y con un máster en Londres, se ha incorporado a la empresa desde la pandemia, como directora de innovación. “Que innovación dependa directamente de dirección es clave para diferenciarnos en un mundo comoditizado de multinacionales”.
“Nuestro diferencial es tener la innovación más potente del mercado”
“Cada uno tiene su rol, sabemos qué debemos hacer, y funciona. Intentamos opinar sin apretar, y empatizar a tope”. Ahora, siendo tres, dice que es más fácil tomar decisiones: “Si eres sólo dos, es difícil desempatar, y si eres uno, ocurre lo de la soledad del líder”. La clave, dice, es el respeto y la admiración mutua que sienten, y la excelencia de cada uno en su ámbito: “Los tres nos criamos en la fábrica, lo vivimos y vamos siempre a tope”.
Desde hace muchos años, Martina está también puesta de forma activa en otros saraos. “A mis hermanos no les interesa en absoluto la esfera pública, ya les está bien que yo salga a pasear. Ellos son más de inside the box, de pelearse con el PowerBI. La suerte es que cada uno podemos hacer lo que se nos da bien”. Es vicepresidenta de la Cambra de Comerç de Barcelona y preside el Clúster del Packaging. Le gusta el día a día y la estrategia, pero también cuida de tejer una red de contactos con quien aprende y comparte: ha construido una buena lista de expertos con los que queda para comer. Meses atrás descubrió a una científica en una conferencia, y no dudó en escribirle por LinkedIn. “Y cuando consigo convencer a mis hermanos de que me acompañen, ¡flipan! Lo llamamos ir a pasear, pero es una gran manera de aprender”. Sobre todo, en temas de tecnología, que avanzan muy rápido. “Debemos ser tecno-líderes, para liderar debemos entender de tecnología. Es difícil decidir cómo aplicas la tecnología a tu negocio, porque la tecnología es cara y no puedes equivocarte mucho”. Por ejemplo: “Ya nos han dicho que pronto compraremos desde la IA: deberemos pensar en invertir en SEO en el nuevo entorno”.
Font Packaging es un bicho extraño, en medio de gigantes globales que facturan cientos de millones de euros, y de pequeñas empresas locales. “En el sector ha habido mucha concentración en los últimos años, pero nosotros creemos que la empresa familiar tiene sentido para el territorio y debe tener continuidad. Somos nosotros y 260 familias a nuestro alrededor”. Y se acuerda que todavía el año pasado se jubiló una persona del equipo que había empezado a trabajar en la empresa en la época de su abuelo.
Sus clientes son de todos los sectores industriales, de la química a la automoción, pasando por el ecommerce, que impulsaron con Kartox de forma pionera en 2010, anticipándose al boom del comercio electrónico que iba a venir. “Nuestro diferencial es tener la innovación más potente del mercado. Calculamos la huella de carbono de cada caja, o tenemos cámaras climáticas que pueden simular el viaje en barco en una caja hasta Japón”.
Con sus padres, una vez al mes hacen un consejo de familia para informarles, pero ellos ya no tienen funciones ejecutivas. De hecho, “mi padre fue el más generoso del mundo, cuando nos vio preparados enseguida hizo para no entorpecer el relevo. Sí le pregunto mucho, él tiene la experiencia, pero hoy ya existen muchos temas, como en la aplicación de la IA para mejorar procesos, que ya no puede ayudarnos. Debemos apostar y apostamos mucho por el talento joven”.
Font Packaging tiene seis plantas, 65.000 metros cuadrados en el Penedès. “Debemos crecer sí o sí, el packaging ocupa mucho y es barato, la logística penaliza. Podemos crecer mucho en España, pero tenemos que crecer en paralelo en ventas y capacidad de producción, y hacer predicciones es muy complicado”.
Pero crecer ya saben, bien lo han llegado hasta aquí. “La clave fue después de la crisis de 2009; tras caer un 25% las ventas, decidimos apostar por la innovación y la tecnología. Ahora todo el mundo lo ve, pero entonces no era nada evidente. Nosotros no teníamos ni el mayor almacén ni el precio más barato. Y lo consensuamos con mi hermano: o cambiamos o no sobreviviremos, debemos hacer las cosas diferentes”. Parte del cambio pasó por lo que Martina llama “salir de Torrelavit y entrar en el entorno empresarial de Barcelona, para relacionarnos con otras empresas, para aprender”.“Al principio yo iba a los actos, con mis gafas vistosas, y hacía alguna pregunta que despertaba interés. Si no, ¿cómo llegas a que te conozcan, si no formas parte de los círculos tradicionales, si vienes de un pueblo de mil habitantes?”.
Martina dice que sus hermanos son más tranquilos, que ella es más “alocada y anárquica, la que sale de la zona de confort”, pero los tres están permanentemente conectados. Por la tecnología, pero también por los valores y las prioridades. “El dinero… si tienes más, no comes dos veces… En la vida, la proximidad entre las personas es la clave. No nos damos cuenta de que lo importante es el día a día, intentar encontrar lo mejor de cada uno. Al final, somos unos afortunados”.
Madre de dos niños de 13 y 10 años, jugadora de pádel, inquieta y entusiasta. “No le puedo sacar más partido de lo que ya le sacamos a una empresa de cajas de cartón en un pueblo de 1.000 habitantes”, dice. Pero la cabeza le cavila sin cesar, y piensa y pregunta, porque sabe lo que cuesta vender cajas, y lo necesario que es, para la empresa y para el país, ponerle glamour al marketing industrial.