Zurbarán MNAC
Las tres versiones de 'San Francisco de Asís según la visión del papa Nicolás V' de Zurbarán expuestas en el MNAC. © Guillem Roset/ACN

El MNAC se deja fascinar por el misticismo de Zurbarán

El museo reúne las tres versiones que el pintor barroco hizo de 'San Francisco de Asís según la visión del papa Nicolás V', un hito que ha permitido restaurar la réplica barcelonesa y devolverle su aspecto original

Con la oscuridad imponiéndose en cada rincón, el Museu Nacional d’Art de Catalunya (MNAC) se sumerge en la obra de Francisco de Zurbarán, uno de los grandes maestros del Siglo de Oro español. La exposición Zurbarán (sobre)natural. El misterio de la realidad reúne por primera vez, y quién sabe si única vez, las tres versiones que el pintor barroco hizo de San Francisco de Asís según la visión del papa Nicolás V, una imagen sugestiva sobre un hecho legendario reportado a mediados del siglo XVI, con un papa y su séquito vislumbrando, casi a tientas, un cadáver que parece que haya vuelto a la vida.

Las réplicas han viajado desde Boston y Lyon para encontrarse con su homóloga barcelonesa, un hito con aún más valor si se piensa que la estadounidense nunca antes se había prestado. Un encuentro que hacía tiempo que coleaba, tal y como recuerda el director del MNAC, Pepe Serra, quien lo tenía en mente desde su llegada a la institución en 2013. No se sabe cuál de las tres fue la primera, pero cada una de ellas es distinta, como se puede comprobar yendo de una a otra en el MNAC. Históricamente, la versión conservada en Barcelona se había considerado muy diferente, con un imponente fondo oscuro que sustituïa las formas alrededor de la figura central que hay en las otras dos. Tampoco se podía ver el pie de San Francisco de Asís, un detalle clave para la historia presente en las otras dos pinturas.

Con motivo de la muestra, que se puede visitar hasta finales de junio, el San Francisco de Asís según la visión del papa Nicolás V del MNAC se ha sometido a una profunda restauración que ha permitido descubrir que no era tan diferente de sus homólogos. Antes de que pasase a formar parte de la colección del museo hace 120 años, se añadió una capa de pintura negra y barnices que la modificaron substancialmente. No se sabe ni por qué ni cuándo se hizo, quien sabe si para disimular el desgaste que iba acumulando o por una cuestión de moda.

“No veíamos todos los elementos que ayudaban a leer lo que Zurbarán nos estaba explicando”, cuenta la jefa de Restauración, Carme Ramells, quien está acostumbrada a toquetear un centenar de piezas al año, pero no le resulta tan habitual tener entre manos una obra como ésta. Para poder rescatar la pintura original y respetar el trazo del artista extremeño, los restauradores del museo han ido aislando el negro añadido a posteriori. Lo han hecho de una manera curiosa, viendo que en este dominaba el hierro y en el de Zurbarán no, lo que les ha permitido poder ir diferenciando cuál había que retirar y cuál no.

Mirando de frente a los San Francisco de Asís de Zurbarán, está Antoni Tàpies, aunque, con la fascinación mística que despiertan los tres cuadros de Zurbarán, pasa muy desapercibido hasta que uno no se da la vuelta. La exposición mezcla las obras del pintor, conocido por su temática religiosa de carácter intimista, con artistas contemporáneos como Tàpies, pero también Antoni Llena, quien fue monge franciscano antes de ser artista, Aurèlia Muñoz y Eulàlia Valldosera. Una treintena de creaciones, la mitad del extremeño, conviven en una sala llena de “arte inmersivo analógico”, en palabras del conservador de arte contemporáneo del MNAC, Àlex Mitrani. Se pone así en valor la colección del museo, con casi 80 obras del Siglo de Oro español y Zurbarán siendo uno de los pintores más representados, y se encargan nuevas piezas a los artistas de hoy para que dialoguen con el pasado y señalen preocupaciones atemporales. “Todos ellos se multiplican y ofrecen una experiencia total”, subraya Mitrani.

Para hacer todo este despliegue, se han tejido complicidades con otros equipamientos, no solo con el Musée des Beaux-Arts de Lyon, donde se vieron primero las tres versiones de San Francisco de Asís según la visión del papa Nicolás V,  y el Museum of Fine Arts de Boston, pero también, y sobre todo, con el Prado. El museo madrileño ha cedido una obra recién comprada para que se expusiera en la capital catalana, incluso antes que en su casa (La virgen de la Merced con dos mercedarios), además de prestar Bodegón con cacharros para poder carearlo por primera vez en la ciudad con su réplica afincada en el MNAC. “Todo lo que hacemos tiene un sentido, forma parte de un trabajo más de fondo”, agrega su director, siempre pensando en las colaboraciones para poder llegar más allá. Por eso ya apuntan a la ampliación del museo, a punto de revelar los ganadores del concurso internacional de arquitectura que le darán forma.

 

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