Alguien podría pensar que está en un almacén de Amazon, pero no es así. Los robots también han acabado dominando a los libros y hacen y deshacen lo que quieren con ellos. En el nuevo almacén central de Penguin Random House, un centenar de máquinas escalan estanterías para encontrar los títulos que pide la librería cuando no tiene lo que el cliente busca, pero también esquivan operarios cuando van cargados con cajas llenas de novelas superventas. Con ruidos mecánicos de fondo, los autómatas se mueven por un escenario nada romántico para los defensores de pasar páginas, pero, al final y al cabo, automatizar procesos y reducir costes está a la orden del día, también para la industria del libro.
El grupo editorial, uno de los más importantes en España junto con Planeta, ha invertido 36 millones de euros en las nuevas instalaciones, ubicadas en Cerdanyola del Vallès. La promotora Segro Spain se ha encargado de construir el complejo. El centro logístico se ha edificado donde antes se encontraba la antigua fábrica de Aiscondel, donde habían trabajado muchos vecinos de la ciudad. Así lo ha recordado su alcalde, Carles Cordón (PSC), quien incluso había tenido familiares que habían sido empleados en esta antigua planta dedicada a la fabricación de productos plásticos para papelería o decoración.
En menos de dos años, se ha alzado una nave de 42.000 metros cuadrados, con capacidad para gestionar más de 40 millones de ejemplares anuales, lo que equivale a 160.000 libros diarios. Todo ello, con el uso de muchos robots, ya sean autónomos (van a su bola y llevan cajas de un lado a otro) o colaborativos (intentan no chocar con el resto de trabajadores cuando les acercan libros). Los segundos, como son más amigables e interactúan mínimamente con los operarios, han sido denominados con nombres de personajes como Mafalda y Miguelito, lo que hace que en, algún momento, se oiga un “cuidado, ¡que te va a atropellar Frida!”. Superados los obstáculos humanos, siempre más ineficientes, los paquetes cargados de libros se cierran y se envían a destinos como Catalunya, Valencia, Zaragoza o Madrid, donde llegan en un día por carretera. Aquellas librerías españolas más recónditas tienen que esperar unos días más.

Actualmente, con un 75% de la superficie del almacén ocupada —unos 30.000 metros cuadrados—, la empresa prevé expedir 135.000 ejemplares y 8.500 paquetes diarios este 2025. Con una plantilla de 130 empleados, la nave está operativa las 24 horas del día de lunes a viernes, con tres turnos. En temporadas de más demanda, como Navidades y Sant Jordi, pueden llegar a los 340.000 libros diarios, trabajando también los sábados y los domingos. Las ventas de Penguin Random House, integrado en el grupo alemán Bertelsmann, se sitúan en España en los 35 millones de libros vendidos cada año. El 25% de superficie libre de la nave —unos 12.000 metros cuadrados— les permitirá crecer en un futuro si lo necesitan y llegar a cifras como los 40 millones de libros vendidos cada año. La empresa, dirigida por Núria Cabutí desde las oficinas centrales de Barcelona, también se abre a gestionar en el nuevo centro logístico pedidos de otras editoriales.
Ahora, la cantidad de libros procesados cada día es algo más baja, teniendo en cuenta que parte de su operativa logística sigue haciéndose en Pallejà, en el que ha sido su almacén central para toda España desde hace veinte años. Con la puesta en marcha de Cerdanyola, Penguin cerrará las instalaciones de Pallejà, bien visibles cuando se circula por la A2 camino a Barcelona. La planta del Baix Llobregat, hace muchos años estratégicamente ubicada al lado de la imprenta Printer, se le había quedado pequeña a la compañía desde hace años y no ha sido posible ampliar superficie ahí, a pesar de que había parcelas libres bien cerca. Para ganar más capacidad antes de contar con Cerdanyola, Penguin subcontrató parte de la operativa a centros de Districenter, ubicados en Sabadell y la Zona Franca de Barcelona, de los que también se prescindirá. Según fuentes de la compañía, la mayoría de trabajadores de la planta de Pallejà pasarán a incorporarse a la plantilla del nuevo centro logístico del Vallès.

Pero en la nave de Cerdanyola no todo es preparar pedidos con la ayuda de los robots para enviarlos a librerías. También hay que guardar stock. Concretamente, 20 millones de libros que corresponden a las 24.000 referencias que forman el catálogo de Penguin, formado por una sesentena de sellos que publican en castellano, catalán y portugués. La lista es larga pero algunos de ellos son Alfaguara, Bruguera, Debate, Debolsillo, Grijalbo, La Campana, La Magrana, Lumen, Plaza & Janés, Reservoir Books, Rosa dels Vents o Salamandra. El grupo editorial trabaja con una veintena de imprentas, concentradas en Catalunya, Madrid y Navarra, aunque algunos libros también se producen en China. En España, la plantilla se sitúa en los más de 730 trabajadores, con el 80% ubicado en Catalunya.