Talento, la nueva fiebre del oro

La globalización ha transformado el rol de las ciudades en el mundo, provocando que compitan por atraer talento y capital. El mismo alcalde de Barcelona ha realizado una apuesta clara por el talento con la confianza de que las inversiones lleguen detrás. No se equivoca. El Global Power City Index (GPCI) 2024 analiza la fortaleza mundial de 48 de las ciudades más grandes del mundo, evaluando factores como tecnología, sostenibilidad, cultura y calidad de vida. Ciudades como Londres, París, Ámsterdam, Berlín y Lisboa se encuentran en constante competencia, buscando posicionarse como líderes mundiales en diversas áreas, y siempre uno de los factores de prosperidad es el talento. Barcelona y Madrid, por supuesto, también están en esta carrera, esforzándose por destacar en el ámbito de la investigación, la educación y la innovación.

En el contexto de esta competencia, y aunque aún no estén del todo claros los cambios concretos que introducirá el gobierno de Trump en investigación médica, universidades o en permisos de residencia, se ha creado una oportunidad inesperada para las ciudades europeas. La reducción de fondos públicos de la administración americana puede alterar profundamente las actividades y profesiones de muchos investigadores y científicos, que ahora buscan mejores condiciones para continuar con sus proyectos.

Ciudades como Barcelona, con un vibrante ecosistema de investigación y su apoyo al emprendimiento, pueden beneficiarse de esta situación al atraer a científicos e investigadores que anteriormente habían emigrado a Estados Unidos en busca de mejores oportunidades. Este retorno de talento europeo no solo representaría un beneficio económico, sino también estratégico, ya que permitiría recuperar y potenciar el capital humano que en su día se perdió debido a la falta de oportunidades en Europa.

Debemos pagar mucho mejor a nuestros científicos si realmente son estratégicos para nuestro desarrollo económico

Sin embargo, para facilitar el regreso de este talento y, en definitiva, la atracción de talento internacional, deben tomarse medidas concretas. Primero,asegurar la financiación de las líneas de investigación; sin recursos no hay posibilidad de avanzar en ciencia. Segundo, ofrecer salarios competitivos y equiparables a los del lugar de origen. Debemos pagar mucho mejor a nuestros científicos si realmente son estratégicos para nuestro desarrollo económico. Tercero, implementar una fiscalidad que facilite el retorno del talento, aunque sea una solución temporal, pero adecuada para su aterrizaje. Y cuarto, agilizar los trámites administrativos.

Las administraciones hace tiempo que han tomado cartas en el asunto. Por un lado, los investigadores europeos que lleven un mínimo de 5 años en el exterior y quieran venir a España se verán favorecidos por la aplicación del régimen de impatriados, tributando durante 5 años con un régimen especial. Por otro lado, la Ley 14/2013 creó la denominada Unidad de Grandes Empresas y Colectivos Estratégicos (incluyendo al personal investigador), con el propósito de agilizar los trámites y visados. El presidente de la Generalitat, Salvador Illa, acaba de anunciar 30 millones de euros para reforzar a los sistemas universitarios con el propósito de captar este talento. Es una muy buena noticia.

Las piezas del tablero están alineadas para el éxito pero, antes de celebrarlo, es crucial que toda la operativa funcione y que no nos perdamos en una burocracia excesiva, no sea que perdamos el talento por el camino.