El estreno este fin de semana de Terra de telers muy a lo ancho en las salas de numerosas comarcas catalanas se puede considerar como un pequeño acontecimiento cinematográfico, pues la película aborda con ambición dramática y nostálgica los hechos sociales e históricos de gran parte del siglo XX de la Catalunya profunda sirviéndose del espejo de una de aquellas colonias industriales, en general textiles, que proliferaron y crecieron hasta que entraron en crisis a finales del pasado siglo. La película, dirigida por Joan Frank Charansonnet, aborda este modelo de sociedad y de industrialización a través de una saga familiar, los Sorribas, desde que llegan a la fábrica, en 1923, hasta su descomposición en recuerdo.
Es una producción ambiciosa, que ha contado con el apoyo de TV3 y de algunas administraciones locales, y que con una narrativa clara aborda los acontecimientos, grandes pedazos de historia, el antes y durante de la segunda República, la guerra civil, la postguerra y el desarrollismo, de un modo algo limitado tanto en tiempo como en medios económicos de producción: aunque dura casi un par de horas, es evidente que contiene material dramático e histórico dentro como para haber hecho una serie, incluso un poco al estilo Cuéntame, pero con las peculiaridades propias de la época y el lugar.

La atmósfera de nostalgia es evidente desde el arranque de Terra de telers, con el personaje de la anciana protagonista pegada al cristal de una ventana y que será quien nos cuente la historia. Al margen de los valores cinematográficos de la película, de lenguaje muy “clásico” en lo narrativo y muy pendiente de subrayar, con algo de exceso sentimientos, relaciones y hechos, por lo que destaca es por su descripción del paisaje personal y social en esas pequeñas comunidades que eran las colonias, donde trabajaban los obreros de la fábrica, pero también vivían, convivían, crecían y estudiaban sus hijos, y todos ellos construían una especie de tejido comunitario y familiar.

Charansonnet, director y también guionista (junto a Alba López, que también interpreta a Julieta Sorribas en su edad adulta), construye y recrea su historia con sencillez, sometiendo la peripecia vital de sus personajes al movimiento de los acontecimientos históricos siempre vistos desde un cierto cliché y sin demasiados perfiles, desde la quema de la Iglesia durante la República o la consiguiente chulería de los vencedores de la guerra civil. Pero concentra su mirada en la buena pasta y en la conciencia moral de sus protagonistas, lo que le proporciona al relato dignidad y profundidad dramática.