Riadas de persones paseando por paseo de Gràcia durante Sant Jordi. © Jordi Borràs / ACN

Un Sant Jordi masivo y primaveral

La fiesta del libro y de la rosa vuelve a llenar las calles de Barcelona de aficionados lectores que desean una firma de autores nacionales e internacionales, algunos de los cuales se estrenan por primera vez, y muestras de amor en una jornada de récord

“Sant Jordi es lo más parecido a una manifestación, porque es imposible andar por las calles”, expresaba una de las millares de transeúntes que intentaban cruzar un paseo de Gràcia ocupado por grandes riadas teñidas del rojo de las rosas y de las muestras de afecto constantes. Una festividad durante la que Barcelona se echa a la calle para manifestar el amor, la literatura y la primavera. Durante la jornada del 23 de abril, las habituales caras largas de un día laborable se convierten en abrazos y besos, y los cafés para llevar que, durante el día a día, ocupan las manos de los vecinos de la ciudad se sustituyen por flores de todos los colores y libros bajo el brazo.

Porque si hay un día que consiga detener el calendario y modificar la rutina, aunque solo sea por una jornada, este es el Sant Jordi, por mucho que, como el año pasado, vuelva a coincidir en día laborable. Una tradición catalana única que logra lo impensable y en la que, por un día, los barceloneses recuperan las calles de su ciudad, relegando a turistas y vehículos a un segundo plano. La ciudad ha vivido otro Sant Jordi de récord, con aglomeraciones constantes desde primera hora de la mañana, animadas por las cálidas temperaturas y sin la amenaza de lluvia que en otras ocasiones ha deslucido la jornada.

Miles de personas se han concentrado en los más de tres kilómetros y medio que ocupa la supermanzana literaria desde Gran de Gràcia hasta las Ramblas, dejándose seducir por las portadas de las últimas novedades literarias, conociendo a los autores de aquellos libros con los que han compartido tantas horas y emociones, e intercambiándose flores por muestras de cariño.

Las aglomeraciones, que provocaban largas colas de amantes de la literatura ante reconocidos escritores, también se dejaban notar incluso a la hora de cruzar un semáforo, con agentes controlando en todo momento los principales cruces de la ciudad, y con la presencia fija de personal y vehículos de emergencia durante toda la jornada, como medida del plan de autoprotección que ha aplicado el Ayuntamiento de Barcelona por primera vez este año para asegurar un Sant Jordi más seguro y accesible. Un gigantesco baile de masas que no solo ha conseguido cortar el tráfico sino que incluso ha conseguido detener las numerosas obras que ambientan desde hace meses las Ramblas, calle que, por segundo año consecutivo, se ha recuperado como espacio para Sant Jordi, por ser precisamente en esta vía donde nació la fiesta literaria hace más de 100 años.

Todo, ante la atónita mirada de turistas que veían como las flores rojas invadían tiendas y edificios e incluso relucían en la Boqueria, aunque las rosas en la fachada de la Casa Batlló han vuelto a robar el protagonismo y concentrar los selfies que locales y visitantes cuelgan en redes sociales durante esta jornada. Algunos de esos turistas se interesaban y aprendían sobre la leyenda del malvado dragón y el caballeroso Sant Jordi que salvó a la princesa en alguno de los free tours que, con dificultades para abrirse paso, recorrían la ciudad. E incluso algunos de estos visitantes decidían unirse a la celebración y comprarse flores aprovechando la ocasión.

Las rosas en la fachada de la Casa Batlló han vuelto a ser las protagonistas de millones de fotografías de turistas y locales. © Jordi Borràs / ACN

Aunque el centro de la ciudad haya vuelto a acaparar las grandes firmas de libros y paradas de rosas, la celebración ha conseguido diseminarse por cada barrio y esquina de Barcelona, con más de 450 paradas de libros y rosas ocupando siete manzanas literarias de los distritos del Eixample, Ciutat Vella y Gràcia, Sant Martí, Les Corts, Sant Andreu y Sarrià-Sant Gervasi. Más de 200 de estas paradas se han convertido en el punto de encuentro entre escritores y lectores que, ilusionados, hacían largas colas para conocer en persona y conseguir una foto de aquellos autores a quienes ya sentían que conocían a la perfección a través de sus palabras.

La emoción de los lectores era tal que incluso se hacían amenas las largas colas bajo el sol. Desde primera hora de la mañana, centenares de jóvenes aguardaban para conocer a Alice Kellen o Inma Rubiales, dos de las autoras más solicitadas de este Sant Jordi, representantes del fenómeno young adult, que consiguen atrapar a millones de lectores con sus románticas novelas. Entre las personas que aguardaban, incluso podían encontrase a unas jóvenes con sus madres, recién llegadas desde Andalucía y todavía cargando con las maletas, que no habían querido desperdiciar la ocasión de las vacaciones en Barcelona para conocer a sus escritoras favoritas. Por la tarde, estas adolescentes eran sustituidas por aquellas que aguardaban a la firma de Blue Jeans, autor de Canciones para Paula Buenos días, princesa, que, tras más de quince años de experiencia disfrutando de Sant Jordi, ha decidido rendirle homenaje en su última novela, La última vez que pienso en ti, que narra la desaparición de una aclamada autora pocos días antes del 23 de abril.

La festividad de Sant Jordi representa un 20% de la facturación anual de las librerías catalanas. © Jordi Borràs / ACN

Las largas colas servían de indicativo de la ubicación de los autores superventas, incluso para aquellos que no se consideran fanáticos de la lectura y que buscaban cualquier banco o árbol para averiguar desde las alturas quién se encontraba dentro de cada parada. Los best sellers de María Dueñas —firma para la cual se han tenido que repartir números entre las personas que aguardaban en su cola—, Ildefonso Falcones, Xavier Bosch o Javier Castillo han vuelto a acaparar la mirada de los lectores.

Sin embargo, Sant Jordi no es solo la fiesta de los grandes autores sino que escritores consolidados y mediáticos personajes, que incluían desde personajes televisivos a perfiles que acumulan seguidores en redes sociales como el ilustrador 72 kilos o las influencers catalanas Can Putades, comparten espacio con escritores amateurs. Con esta gran variedad, las librerías catalanas viven una de sus jornadas más esperadas, durante la cual facturan un 20% de sus ingresos anuales. 

Las tradicionales rosas rojas han vuelto a ser las protagonistas de la jornada. © Jordi Borràs / ACN

Autores nacionales e internacionales, algunos de los cuales vivían la festividad por primera vez, como Pierre Lemaitre o Francesca Gianone, coincidían en destacar la oportunidad única que brinda esta festividad para charlar de literatura con sus lectores. Lemaitre, que firmaba ejemplares de su último título Un futuro radiante, afirmaba que no había ningún equivalente en todo el mundo a Sant Jordi, mientras que Xavier Bosch coincidía en calificar esta jornada de “milagro”.

De la misma forma se expresaba Javier Cercas, uno de los autores que ha generado más colas y expectación, con su libro El loco de Dios en el fin del mundo, uno de los títulos de más actualidad de la jornada, que recorre el viaje espiritual de este autor, que se autodefine como ateo, con el recién fallecido Papa Francisco. Cercas compartía espacio en la parada de la librería Central con una Irene Solà que vivía otro Sant Jordi pletórica, recibiendo a sus lectores con una gran sonrisa, compartiendo reflexiones y visiones sobre la literatura mientras firmaba su último trabajo Te di ojos y miraste las tinieblas, sin olvidarse del éxito que la convirtió en un fenómeno de ventas, Canto yo y la montaña baila.

Con todas estas firmas y celebraciones del placer de la lectura, paseo de Gràcia ha vuelto a convertirse en el epicentro literario de la jornada. Las calles que lo rodeaban, como Rambla Catalunya, concentraban a aquellos que querían comprar flores, con las rosas rojas como las más compradas y regaladas, dejando espacio para las azules, amarillas o rosas para los más atrevidos. Este año, las flores vendidas por profesionales, como las de los históricos puestos de la Rambla, lucían el sello de ‘rosa de autor’, creado por el Gremi de Floristes para diferenciarlas y ante la gran variedad de asociaciones y particulares que venden flores durante la jornada. Una festividad que también aprovechan asociaciones y partidos políticos para darse a conocer a través de globos, carteles y obsequios. E incluso había espacio, en un espacio tan masificado, para las reivindicaciones como las de los trabajadores del Museu de l’Art Prohibit que acumulan más de cincuenta días de vaga indefinida por la mejora de sus condiciones laborales y que han aprovechado su céntrica ubicación, delante de la parada de la librería Finestres, para alzar la voz en esta jornada festiva.