Liz Taylor posa en la escalerilla de un DC-7 de la Pan Am que la trajo a Barcelona desde Nueva York.

Una puerta aérea para la cultura

Primer capítulo de la serie de 'The New Barcelona Post' sobre curiosidades históricas que tienen el Aeropuerto Josep Tarradellas Barcelona-El Prat como escenario

Con esta historia que relaciona la cultura que llega de todo el mundo por avión hasta Barcelona, iniciamos una serie de cinco capítulos en The New Barcelona Post. Una serie que habla de la relación de la ciudad con su aeropuerto desde muchos puntos de vista: el económico, el deportivo, cultural, el social… Es una mirada al pasado del aeropuerto de Barcelona, llamado oficialmente El Prat desde 2011 y al que se le añadió el nombre de Josep Tarradellas en la primavera de 2019.

El aeropuerto que conocemos está situado en unos terrenos que llevan viendo cómo los aviones vienen y van desde hace más de 100 años. La Volatería fue el nombre del primer campo de aviación de Barcelona. Aquí se elevó a definitiva la operación aérea desde la ciudad, que en 1910 se estrenó en el hipódromo de Casa Antúnez… aunque esta es una historia para otro capítulo.

Cine, música, arte y artistas

Barcelona-El Prat es paso obligado de todo artista que viene a actuar o a presentarse en Barcelona. El ejemplo más reciente es Bruce Frederick Joseph Springsteen. A punto de cumplir 75 años, el músico de New Jersey actuó dos noches, las del 22 y 24 de junio en el Estadi Olímpic Lluís Companys, y pasó varias noches en su alojamiento favorito de la ciudad: el Gran Hotel La Florida, prácticamente en la cumbre del Tibidabo. Este establecimiento cumple con creces su necesidad de tranquilidad y privacidad, como sucede también con sus viajes en avión. 

Springsteen llegó y salió de Barcelona usando la Terminal Corporativa del aeropuerto de Barcelona, un discreto edificio al margen de la T1 y la T2, que da servicio a los jets privados y de negocios, una instalación inaugurada en diciembre de 2008, muy apreciada por los VIPs de todo tipo que llegan a la ciudad al margen de los vuelos regulares. 

La privacidad de la terminal corporativa es una de las características más apreciadas por las personalidades y los equipos que los acompañan. Sin embargo, años atrás las celebridades que llegaban en avión lo hacían de un modo muy diferente: eran esperadas por cientos o miles de personas en las terrazas de las terminales o en el perímetro del aeropuerto, al que en ocasiones se acercaban para saludar y agradecer a aquellos que esperaban su llegada o iban a despedirlos. 

Las fotos de la llegada de Los Beatles a Barcelona son muy conocidas. No tanto la de su salida de la ciudad tras su primer y único concierto en la ciudad.

Las visitas de artistas, cantantes, actrices y personas relacionadas con el mundo del espectáculo y la cultura tenían también algo muy característico: la presencia de periodistas y fotógrafos a pie de avión. Profesionales acreditados por la autoridad aeroportuaria que tenían acceso a la plataforma para poder tomar fotos de las llegadas y salidas de las grandes figuras que llegaban a la ciudad o que abandonaban Barcelona tras una actuación, una presentación o unos días de vacaciones. 

Así, mientras los fotógrafos aprovechaban la ocasión de poder tomar buenas imágenes de caras conocidas desembarcando de un avión, los reporteros, micrófono en mano o con sus libretas, tomaban nota de las primeras impresiones del famoso o famosa en cuestión que se dejaba caer por Barcelona en viaje promocional, profesional, personal o de paso hacia un segundo destino aprovechando los vuelos en conexión que pasaban por El Prat. 

Sus visitas a la Costa Brava y a Barcelona hicieron que Ava Gardner fuese una pasajera habitual de el Prat. En la foto, a punto de embarcar desde la primera terminal.

Del barco al avión

La presencia de un número cada vez mayor de personalidades que llegaban a la ciudad por vía aérea fue en detrimento de aquellas que usaban la terminal internacional del Puerto de Barcelona, situada donde ahora está el World Trade Center y, más concretamente, su edificio este. 

El transporte aéreo empezó a competir de tú a tú con los viajes transatlánticos por buques de línea regular a partir de finales de los años 40. En el caso de Barcelona, la llegada de las compañías Pan American y TWA desde Chicago y Nueva York cambiaron la percepción de los viajes en avión desde y hacia la capital de Catalunya. No eran vuelos directos, pues las limitaciones de los primeros aparatos transoceánicos obligaban a paradas intermedias para repostar y cambiar tripulaciones, aunque Barcelona entraba dentro de ese puñado de capitales europeas modernas con servicios a Estados Unidos. Los reactores acabaron haciendo que fueran directos.

Ahora la aviación es algo normalizado, democratizado. Todos volamos: los autores y los admiradores

El mundo de los viajes cambiaba y moverse entre continentes y dentro de la propia Europa ya no era una aventura, sino cuestión de horas. Eso cambió la relación del aeropuerto con la sociedad, que pasó de ser un lugar casi exótico a un lugar cada vez más frecuentado. Si en 1947, año previo a la inauguración de la primera terminal de El Prat, viajaron en avión 61.000 pasajeros desde y hacia Barcelona, ocho años después, en 1955, la cifra ya había llegado a 432.000 personas. Pocas, si las comparamos con el tráfico actual, que roza los 50 millones de pasajeros anuales, aunque un crecimiento espectacular si ponemos en perspectiva el tamaño de las compañías aéreas, el precio de volar y lo limitado de los destinos y frecuencias disponibles. 

Celebridades en Barcelona

En una España muy diferente a la actual, viajar al extranjero era casi un acontecimiento y más aún si se hacía en avión. Los precios de los billetes para volar a las capitales de Europa o a Estados Unidos en clases preferentes fueron durante mucho tiempo casi lo equivalente a lo que costaría hacerlo hoy en avión privado, por lo que la llegada de las grandes personalidades del mundo de la cultura se convertía en un auténtico acontecimiento.

Gracias al aeropuerto, Barcelona se abría un poco más al mundo y cierta modernidad llegaba a ella a cuentagotas. En forma de actores y actrices, de cantantes, de pintores, escritores, cineastas… Estos llegaban en los vuelos de la BEA desde Reino Unido, con Lufthansa desde Alemania, en la aerolínea Alitalia desde Roma, con las estadounidenses desde la Gran Manzana o con Iberia y Aviaco desde diferentes destinos europeos y nacionales. 

La compañía de ballet del Sadler’s Wells posa junto el avión de la BOAC que les trajo a Barcelona para actuar en el Liceu.

Los grandes ballets de Europa y América que han actuado en el Liceu en las últimas décadas han llegado en avión. También al Liceu o al Palau de la Música han llegado vía aérea las grandes orquestas sinfónicas que han actuado en su foso o en el escenario. Todas las estrellas de la ópera mundial han sido recibidas con interés en El Prat. Y también han sido despedidas. Pues las grandes figuras locales han iniciado sus giras artísticas desde la ciudad: desde Montserrat Caballé a Victoria de Los Ángeles o Josep Carreras, este último usando tanto vuelos regulares como aviones privados. 

Las grandes estrellas del cine han pasado por la ciudad usando preferentemente el aeropuerto, como podemos ver en las fotos que acompañan a este texto y forman parte del fascinante archivo fotográfico que se conserva en el departamento de comunicación del aeropuerto, en la T1: cientos de imágenes en blanco y negro de caras para la historia y caras que fueron célebres en su tiempo para apagarse con el paso de los años. 

Gina Lollobrigida perseguida por un reportero a su llegada a El Prat a bordo de un Convair Metropolitan de Iberia.

Resulta interesante ver las imágenes cotidianas de una Ava Gardner paseando rumbo a su avión llevando algunos periódicos con ella, la cara de pocos amigos de una jovencísima Gina Lollobrigida perseguida por la pista del aeropuerto por un reportero micrófono en mano, el encanto de Claudia Cardinale, el carisma de Marisol o la seriedad del dramaturgo Tennessee Williams en la terminal de El Prat esperando pacientemente la facturación de su vuelo mientras es fotografiado. Los Beatles, Serrat, Peret, concertistas, pintores, escultores…

Marcando estatus 

La llegada o salida de Barcelona por el aeropuerto marcaba estatus. Volar en los 50 y 60 estaba lejos de la normalidad actual y un embarque o desembarque con presencia de medios gráficos era aprovechado por las figuras de entonces para incrementar su popularidad, incidir en su cercanía, amabilidad… o mantener un aire de misterio o seriedad.

El archivo fotográfico en el que aparecen las estrellas de los diferentes campos de la cultura acaba con la llegada del color a los revelados. El incremento de las medidas de seguridad hizo que cada vez se restringiese más el acceso a las plataformas y desapareciesen las terrazas para ver la pistas, y eso disminuyó la afluencia a las terminales a los no pasajeros que se acercaban al aeropuerto para dar la bienvenida o despedir a las personas que admiraban. Muchas cosas cambian con el tiempo. A veces hasta por lógica. 

Y la vida sigue

Lo que no cambia es el uso del aeropuerto, cada vez mayor, cada vez con mayor afluencia. La cultura sigue viajando en avión, sus protagonistas también. Ya no hay fotógrafos destacados en el aeropuerto ni periodistas intentando sacar alguna declaración a pie de avión. La aviación es algo normalizado, democratizado. Todos volamos: los autores y los admiradores… y El Prat sigue siendo la gran entrada y salida al mundo de tendencias, de quienes las crean, de quienes las filman, las cantan, las cuentan, las expresan o hacen que suenen o se bailen. Todo pasa por las tres terminales del aeropuerto de Barcelona-El Prat, que recuerda a una personalidad que también llegó a la ciudad a través de esta instalación: Josep Tarradellas.

El dramaturgo Tennessee Williams fotografiado en la terminal de Barcelona facturando su vuelo rumbo a Londres.